Reflexiones hacia las 9.

Hacia las 9 de la noche la luna ya está abierta formando mil círculos de plata sobre la orilla del río. Una especie de preámbulo se yergue en medio de la conciencia y la voz de los montes penetra en el alma animada del pensamiento. Hay dos motivos principales para imaginar: el sueño y la metáfora del sueño.

El sueño es un dormir lentamente. Su metáfora es un corazón de despertares. En el silencio se unen el sueño y su matáfora para hacer surgir, de lo oscuro, esa claridad pálida y translúcida de la luna entrando por las rendijas del sentimiento.

Quizás pueda el poeta estar escribiendo cartas anónimas a un millón de personas que sienten sus palabras extenderse por la colina y el valle. Un millón de personas en la otra orilla del mundo; allá donde la vida se está coloreando con el suave amanecer.

Por eso la Poesía es Arte de noche naciente y de un leve suspiro de los pájaros dormidos entre las ramas del sueño. Los versos son parábolas contadas entre sus sílabas como sinónimos de antiguos relatos del ayer. Y, sin embargo, hacia las 9 de la noche todos los tiempos se juntan en un solo centro concéntrico desprendido de la esfera terrenal. Algo así como una página en blanco que se va llenando de líneas que, paralelas a la propia vida, se unen con su alma en ese horizonte donde la luz está alumbrando la cima de sus expresiones.

El poeta sigue soñando mientras escribe un poema a la noche. Un poema que contiene palabras tan completas y complejas como puede ser el sencillo volar de un gorrión tardío. En el nido de los verbos también se puede nacer siendo metáforas de la luna acompañadas por las imágenes de la memoria. La memoria es el tiempo y el tiempo es ese verso que se queda entre las filas de los viñedos de la ladera: somos sólo dos sombras… dos sombras acompañadas por el silencio… y suena, en el reloj de la luna, las 9 de esta noche en que las estrellas están ya dormidas…

La voz del sueño se convierte en eco de presencia en el fondo del alma y existe alma en la luna, en las estrellas, en el monte y en tus bellos ojos.

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