Robótica

Al día siguiente de haber comenzado mis vacaciones tuve que llamar a mi empresa para comunicar a mi jefe un detalle importante que había olvidado decirle antes de mi partida. Suena el teléfono, y en lugar de contestar una voz desconocida, suena en mi oído una voz que identifico rápidamente como la propia.

“Oficina del Sr. … Dígame.” Me quedo callada en un primer momento. Puede que esté equivocada. La voz insiste con cierto apremio:”Dígame”. “Perdón. ¿Con quién hablo?” “Con la Dirección de … Mi nombre es Diana.”

Ahora sí que enmudezco. ¿Qué hacer? Yo soy Diana y no esa persona que está en mi puesto, que tiene mi propia voz y hasta mi propio nombre…

“¿Podría hablar con su jefe?” “¿De parte de quién?” Me quedo totalmente en blanco. ¿Cómo voy a decir a Diana que yo soy Diana? “Mire, se trata de un recado que tengo que darle urgentemente. Mi nombre es irrelevante.” “Disculpe, pero no le puedo pasar si antes no me dice quién llama.”

He entrado en un laberinto sin salida. Providencialmente me acuerdo de Sophie, que es el nombre de la ayudante de un personaje que tiene mucho contacto con mi jefe, y rápidamente asumo su personalidad. Lo malo es que ella es francesa y yo no tengo ni rastro de acento extranjero. Pero cuela, no sé cómo pero cuela. Mi doble no es muy espabilada, o no tiene mucha experiencia filtrando las llamadas.

Se pone al teléfono mi jefe. Me saluda en francés, pero yo voy al grano y me identifico. “Ah, Diana, haber dicho que era usted… Me creí que era Sophie.” “Verá, es que he tenido que recurrir a un subterfugio.” “¿Por qué?”

Entonces es cuando ya me impaciento: “¿Cómo voy a decir a esa Diana que tiene usted ahí, con mi misma voz, mi nombre y en mi puesto, que yo soy Diana?”

Él se ríe. “Pues también tiene su apariencia. Es uno de los robots de última generación que hemos adquirido para hacer las suplencias por vacaciones, enfermedad y maternidad. Creí que ya lo sabía…” “¿Cómo voy a saberlo si no pertenezco a ese grupito que lo sabe todo antes que ustedes entren en el Comité de Dirección?” Él se ríe más fuerte. “Bueno, así se puede ir tranquila de vacaciones porque su puesto no queda desatendido.” “Nunca ha quedado desatendido, siempre se quedaba Luisa. ¿Y si no volviera porque me ocurriera algo?” “Espero que no, pero si así fuese no habría problema. Los robots son programados para ciertas funciones básicas en caso de sustituciones cortas, pero pueden reprogramarse para tiempo indefinido.”

“Ah, pues no sabe usted el peso que me quita de encima.” “Y, a todo esto, ¿qué quería decirme, Diana?” “Ni idea, jefe, ni idea. Si lo recuerdo, volveré a llamar.” Cuelgo, y me doy cuenta de que no he preguntado por las tres leyes de la robótica. Ya lo preguntaré…si vuelvo.

Mañana debería reincorporarme a mi trabajo porque mis vacaciones finalizan. He estado teniendo pesadillas por la noche a propósito de mi doble, me veo como alguien maligno que pretende apoderarse por la fuerza de un puesto para el que ella es más merecedora que yo, más capacitada y, sobre todo, más inocente. Me parece que muchos de alrededor le habrán tomado simpatía y preferirían que se quedase ella antes de que volviese yo. No se dan cuenta del peligro que eso entraña para sus propios puestos de trabajo.

Mañana me espera un día duro. Un día muy, muy duro…

7 comentarios sobre “Robótica”

  1. My bueno el relato cargado de imaginación y con un mensaje interno grandilocuente, ¿quién da más a la sociedad?, el ser humano o la máquina.

    Nos estamos volviendo cada día menos humanos y llegará el día en que los robots dominarán el mundo, por que no son capaces de discernir entre el bién y el mal.

    Hasta ahora el mal domina el mundo, quiza si los robots se hacen con las riendas del poder la cosa cambie.

    Un beso Carlota, me alegro mucho de comentarte, y de verte por aquí.

  2. Hola Carlota, me gusta este relato muy mágico y fantasioso. Y aunque suene de película de ficción, así pasó con muchos puestos de trabajo en las fábricas, inmediatamente quitaron a personas y pusieron máquinas eficientes que ni se enferman, ni toman vacaciones.
    Por dicha tenemos mejor animo, sentido del humor y tenemos una personalidad, claro esta ademas de que aun la robotica no llega a tanto. Un abrazo Carlota!!!

  3. jajajjaja, Carlota… con una gran simpatía irónica has tocado un tema verdaderamente apasion ante y de actualidad. !Qué gran imaginación y qué cantidad de razonamiento has colocado a la misma vez. !Excelente, Carlota!. Un abrazote…

  4. Puede que este furturo no esté tan lejano. entonces ¿ que será de nosotros ? ..serviremos a los robotr? ..no quiero llegar a verlo.
    Muy buen relato Carlota, me ha gustado mucho .

    Besotes

  5. Gracias a tod@s por vuestros comentarios.
    Ismael, no creo que falten cientos de años para que se impongan los robots. Ya han sacado prototipos en Japón.
    Me alegro de no tener que competir con ninguno de ellos en la cuestión laboral.
    Un abrazo para tod@s.

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