Rodeando al Extranjero (Novela) Capítulo 6.

En aquellos momentos en los que el sacerdote moría, el Extranjero ya había dejado atrás, a mucha distancia de él, al anciano que no sabía, en realidad, quien era.. y ahora estaba caminando por el sendero hacia la cima con otro grupo de jóvenes y jovencitas que anhelaban llegar a la misma.

– Antes de que anochezca es necesariio llegar allí -les señalaba el que hacía de guía, un joven delgado pero resistente a la fatiga
– Pues vamos a tener que acelerar mucho el ritmo -le respondió una jovencita que iba fumando un cigarrillo.
– Es mejor que, si deseas llegar, no fumes tragándote el humo -le advirtió el guía.

El Extranjero, un anónimo en medio del grupo, guardaba silencio No quería perder el tiempo en asuntos sin importancia para él. En realidad hacía ya mucho tiempo que estaba ausente de todo excepto del camino por el que deseaba llegar a la cima. Así que, a paso ligero, se colocó junto al guía.

– ¿Por qué quieres llegar a la cima? -le preguntó éste.

El Extranjero le miró durante unos segundo antes de contestar

– Lo único que te debe importar es saber por qué quieres tú llegar a la cima.

El guía comenzó a explicarle.

– Intento llegar para hacerme una gran cantidad de preguntas que no sé cómo responderlas.
– Las preguntas nunca deben responderse exactamente -le explicó el Extranjero. lo único interesante de las preguntas es que llega un momento en que se acaban y entonces sólo queda nada más que una única respuesta verdadera.
– Dime, por favor, cuál es esa única respuesta verdadera.

El Extranjero volvió a mirar fijamente al nervioso guía.

– La única respuesta verdadera es llegar a la cima.
– ¿Sólo eso?.
– Solo eso. ¿Para qué quieres hacerte preguntas vanas?.
– Pero ¿habrá un por qué por el cual tantos deseamos llegar a la cima?
– Por supuesto que hay un por qué.
– ¿Y cuál es el tuyo?
– Verás, compañero. Mi por qué es algo tan interno que ni explicándotelo lo podrías comprender. Sé cual es… pero sólo al llegar a la cima podré definirlo con exactitud… ¿comprendes ahora por qué no hay que hacerse preguntas antes de llegar a la cima?

El guía de los jóvenes y jovencitas que caminaban por el sendero no quedó contento con esta respuesta e insistió.

– Escúchame, por favor. ¿Qué respuesta hay en la cima? Yo he subido a muchas de ellas y no la he encontrado.

El Extranjero contestó lacónicamente.

– Quizás porque nunca supiste buscarla.
– Pero ¿cómo la puedo buscar?.

El Extranjero le señaló el horizonte opuesto.

– Viniendo desde allí…

El guía de los jóvenes senderistas lo olvidó todo. El camino era ahora una pura diversión por momentos y, a veces, un poco arriesgado con peligro de caer al fondo por las laderas escarpadas que a veces, de vez en cuando, aparecían sin previo aviso.

– !Dejen de jugar ya, por favor! -Explotó, nervioso, el guía de los jóvenes y jovencitas dirigiéndose a todos ellos

El Extranjero guardó silencio. Sólo siguió caminando con su idea mientras encendió un cigarrillo No quería perder el tiempo en discursos ni fiestas ajenas. Sacó un poco de pan con chorizo de su mochila y se hizo un bocadillo Se sentó a la sombra de un pino mientras comía y veía pasar al guía segudido por todo su grupo de jóvenes y jovencitas que aprendieron que, a partir de ahí, el asunto era ahora muy serio.

“No es necesaria tanta seriedad” meditó para sí mismo el Extranjero. “El guía está totalmente equivocado”. Se sentía un poco aburrido mientras los demás seguían ascendiendo; así que decicidó abandonarse a lo que el futuro le deparara Él sabía perfectamente, por pura intuición, que su respuesta estaba en la cima pero no era necesario correr ni acelerar el tiempo. Se levantó después de haber comido plácidamente en medio de la soledad, escuchando el sonido de los pájaros y, encontrando un pequeño arroyuelo de agua metió en él las manos, bebió un poco y se lavó el rostro.

Era como haber nacido de nuevo a la misma pregunta de siempre… pero esta vez todo era distinto.. todo era diferente..

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