Sabes que te amo, Jesús!.
Que sin ti soy nadie,
confió plenamente en ti
a pesar que, como ahora,
sienta una inescrutable tristeza.
Vaya, menguada hora!.
Sibilina existencia mía
y a pesar que mi alma se derrumba,
en ti confió,
en ti creo.
Sabes… Jesús!
lo peor es, esta extraña sensación de no poder escribir lo que siento.
Es un vacío indescifrable, donde languidece mi vida,
abatiendo mi fe.
Extenuada va fuera de mi la esperanza.
Días como como, Irrumpo en mi tristeza
y desde el fondo insondable de mi alma
te grito:
Te necesito.
Sed tengo de ti.
Sed de tu amor, de un amigo,
de un humano,
que escuche este grito.
Sabes… tú grito es el grito humano de la Liberación. Jesucristo escucha. Dios oye. El Espíritu Santo contesta. Ten siempre la misma Fe.
Cuando escuches La Voz en tu interior piensa en “La Carreta”. Un aplauso por tu texto que es, de verdad, de los magníficos por su valentía.
¿Quién escucha siempre el grito, Getsemaní? Si Edward Munch lo expuso en su célebre cuadro es por algo. Quien siempre escucha el grito es alguien que todos conocen pero muchos desearían no conocerle. Me refiero a Dios.