Sage (Cuento del Viejo Oeste) (7)

Los cinco cuatreros se quedaron ligeramente sorprendidos, en un principio, ante la valentía de aquel hombre sólo ante ellos. El silencio era sepulcral. Dos pistolas (Mendoza Colt) frente a diez pistolas (Sage, Barahona, Correa, Gordón y Paredes). Todos los habitantes de Kansas City vecinos de la calle del Milboona espiaban, como cotillas, la escena. Nadie pronunciaba una sola palabra. La Mari Juana se aplastó contra la pared esperando acontecimientos. La Chica miraba a través de la ventana de la oficina del “sheriff”. Las lágrimas caían por su rostro que seguía siendo una demostración de extraña nostalgia.

– Veo que no viene el lindo Don Diego con vosotros –rompió el silencio Mendoza.
– ¡Siempre hay maricones! – dijo Barahona-
– ¡Por ejemplo tú! –le espetó Mendoza Colt.

A Barahona le temblaba el pulso.

El primero que intentó desenfundar, preso de los nervios, fue Gordón. ¡Bang!. ¡Bang! bramaron casi instantáneamente las pistolas de Mendoza Colt y Gordón quien, con un agujero en el corazón, murió instantáneamente…

Todos quedaron lívidos. No iba a ser tan fácil, meditaba La Mari Juana totalmente descompuesta por la ira. Veía a La Chica llorar a través de los cristales de la oficina y la deseaba más que nunca al mismo tiempo que la odiaba mucho más.

De pronto sonaron tres disparos que cortaron el aire seco de la mañana. Dos de ellos llegaron a su fatal destino…

Las pistolas de Correa, Barahona y Mendoza habían hablado…

En el suelo yacían, moribundos Correa y Mendoza Colt.

!!!No!!! –gritó desesperadamente, ya secadas su lágrimas, La Chica saliendo a la calle que era en esos momentos un verdadero campo de batalla.

La Chica se arrodilló ante el moribundo Mendoza, mientra Correa dejaba de existir. Los demás quedaron tan paralizados como los cobardes vecinos que estaban viendo la trágica escena.

– ¡No te mueras, por favor, Mendoza!…

Mendoza sólo la miró con una leve sonrisa mientras se iba de este mundo.

Ahora La Chica no lloraba. Se irguió en pie. Estaba más hermosa que nunca con los ojos chispeando de rabia…

¡Cobardes!. ¡Asesinos!.!No sois ni tan siquiera hombres!.

La bruja mellada sonrió y soltó una carcajada siniestra…

!!!Jajajaja!!!. !!Basta ya de miramientos, mocosa!!. Barahona… ¡ve hacia ella y desnúdala!. ¡Es toda tuya!.

Barahona dio un paso al frente… pero no llegó a dar dos… porque… ¡Bang!.. un disparo procedente de alguien que estaba a espaldas de La Chica se acababa de alojar entre ceja y ceja y dejó de existir como si tres ojos tuviera…

La Chica giró sobre sí misma. Y su corazón dio un sobresalto. ¡Era El Llanero Solitario quien había disparado aquella certera bala con una de sus pistolas plateadas!.

– ¡Échate a un lado preciosa! – le dijo El Llanero.

La Chica se apartó a un lado. Estaba casi codo con codo con la bruja Mari Juana y el corazón le golpeaba fuertemente.

– ¡Quien desea otro ojo en la frente! –exclamó El Llanero enfebrecido por la ira.

Paredes intentó desenfundar pero no llegó ni tan siquiera a rozar la culata de su “pipa” último modelo. El disparo del veloz tirador, efectivamente, le abrió un tercer ojo en la frente y murió instantáneamente.

Ya sólo quedaban Sage y El Llanero Solitario, frente a frente por primera vez. Aquella velocidad en desenfundar y acertar con sus disparos entre los dos ojos que tenía El Solitario le hizo temblar de arriba a bajo. Tiró sus pistolas al suelo y se puso de rodillas ante el Llanero.

– ¡Perdón, Solitario!. ¡Por Belcebú!. ¡Ten piedad de mi!.
– !!!Cobarde!!!- !!!Maricón!!!. !!!Poco hombre!!! –chillaba la bruja.
– ¡Perdóname Llanero!. ¡Perdóname!. ¡Déjame ir y desapareceré definitivamente de tu vida!.
– Mátalo, Solitario… -dijo con parsimonia serena La Chica. ¡Sólo piensa en la cantidad de muescas que desea tener en sus “`pipas”!.

Las palabras de La Chica siempre eran órdenes para El Llanero Solitario.

¡Bang!. Un nuevo tercer ojo en la frente del último cuatrero, el célebre e impotente Sage, hizo que éste cayese de bruces sobre la arena mientras bramaba su característico !!!Llavoid!!!. ¡Me muero!…

Aterrada, la bruja Mari Juana intentó escapar en su yegua gris… pero cuando ya estaba subiendo a ella, La Chica le agarró de espaldas por el cuello… ¡y comenzó a apretar!…

– !!!Noooooo!!!. !!!Noooooo!!! – chilló la bruja- !!!No quiero morir!!!-
– ¡Aprieta más fuerte preciosa! – le animó El Llanero Solitario

Pocos segundos después la bruja moría cayendo como un pelele al suelo.

La Chica se quedó de pie, mirando de frente al Llanero Solitario y tan hermosa que hasta los cotillas estaban asustados…

– Perdona, preciosa, siento no haber podido llegar a tiempo de salvar a Mendoza…
– ¡Cuánto te he estado extrañando estos tres meses, mi amor!.
– Pero… yo… siempre creí que estabas enamorada de él…
– Tonto. Desde el primer día que te conocí te he estado amando locamente a ti y solamente a ti. Ni antes de ti ni después de ti he amado jamás a otro.

El Llanero Solitario la cogió por la cintura, la atrajo hacia sí mismo y le dio un eterno beso en aquellos rabiosos labios rojos…mientras la fiel “Plata” se acercaba lentamente a cabecear a su amo.

– ¡Vámonos Princesa!.
– ¡Si, mi amor, llévame a tus horizontes de praderas verdes.

Y haciéndola montar en “Plata”, subió después él y, abrazándola firmemente, ambos se perdieron en la lejanía ante la estupefacción de todos los cobardes vecinos que habían ya salido a la calle y el trote alegre de “Plata”.

FIN

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