Senderismo (8) Corregido y aumentado.

Miércoles, 26 de marzo del año 2014 después de Jesucristo. Me encuentro en Bombay, en un café de trabajo para la Unicef, pensando en el hambre de los niños y las niñas hindúes, cuando, de repente, me avisan de que la marcha de hoy no ha sido suspendida y que va a haber marcha. Así que apago el cigarrillo y regreso urgentemente a mi hogar antes de irme al Hogar (y valga la redundancia aunque sea en abundancia). El refresco de naranja natural me sirve para recobrar energías. Me planteo la idea de ir toda la jornada dentro del pelotón principal pero sin permitir ninguna clase de escapada inesperada porque tenemos que tener conciencia de equipo. Así que voy a hacer tándem con Juan. Ruta número 1: Hogar – Vía Verde – Ribera de Molina – Corredor Verde – Hogar. Es una ruta de dificultad baja y tengo que pensar en la terturlia del viernes, así que voy a ir totalmente tranquilo y sin tirar para nada del grupo pero, vuelvo a insistir, sin permitir ninguna escapada inesperada.

Ahora me concentro en el Senderismo y me olvido de todo lo demás. Precalentamiento. Pienso. Medito. Razono. La capa de ozono ya no me preocupa. El aire serrano me pone más sano. Es la primavera. He visto a Don Gato y le ha saludado mientras los escolares van a la escuela a aprender cualquier cosa menos hacer el vago que falta les hace. Normal. Todo es normal y como lo pide la Naturaleza misma. “Naturhouse” como dijo el poeta. Y a empezar. La refrescante caña de cerveza me sabe a gloria bendita. Enciendo el puro y espero…

En el cuenteo de salida resulta que somos un total de 22. Se inicia la marcha y hago el tándem de salida con Juan. Hay espectadores que nos miran como entre sorprendidos y/o asustados. Se nos une otro compañero y me quedó con él dándonos los dos palique tras palique. Hablamos de algo que ahora no recuerdo y, como no podía ser de otra manera, terminamos enrollándonos con lo del fútbol, con las gestas actuales del Atlético de Madrid y con la hincha que el Monsieur Michel Platini le tiene a los colchoneros desde aquel ya antiguo año en que su esposa le engañó con un “compañero” de la selección gala. Uno de los nuestros ha venido con su traje de gala creyendo que vamos a caminar hasta Galicia. El de los galones no aparece por ningún lado y hay dos que hablan del riego a goteo. Pienso en las cuencas hidrográficas hispanas pero hay que estar preparado para no cortarse. ¡Cuidado con los cortes! Terminamos con la charla cuando descubrimos que hay movimientos extraños por los frentes de cabeza. Tan extraños que resulta que hay tres de las chicas que llevan la voz cantante. No puede ser. El prestigio de los chicos no puede quedar por los suelos. Así que comienzo con mi labor de respesca.

Consigo enlazar con las tres rebeldes y me enrollo en sus conversaciones. Hablando recorremos toda la Geografía Nacional y sale el tema de los trenes. ¡Es la oportunidad de acabar con la amenaza femenina! Así que, de repente, se me ocurre, para enderezar las cosas, hablar de “La última frontera por los caminos del tren” y de si saben quién escribió “El furgón de cola”. No lo saben. No saben que fue uno de la Generación del 98 y logro que, después de intentar en vano despegarse de nuevo, piensen en abandonar en un bar. No estoy dispuesto a ningún acto de rebeldía, dentro de la marcha, sea de carácter femenino o masculino. Así que llega una prueba de habilidad: bajar una cuesta arenosa y pedregosa. Lo hago sin sacar para nada las manos de mis bolsillos del pantalón. Hay un compañero que me imita y está a punto de partirse la crisma pero supera la prueba. Ahora es necesario volver a reagrupar a todos y acabar con la resistencia femenina que, en efecto, abandonan y se marchan al bar.

Ya todo parece en calma. Ya la luz del sol nos calienta pero un par de nosotros se calienta demasiado y lanzan un ataque inesperado. Mi misión es no tirar nunca en ningún momento pero seguir evitando los cortes porque tenemos que ser todos y todas buenos compañeros y compañeras; así que me pego a los talones de los dos rebeldes y les voy cansando y aburriendo, en silencio, pero haciendo que vayan desgastando todas sus fuerzas. Hasta que consigo neutralizar la escapada. Alguien habla de que lo lógico es que se hubiesen escapado, así que le informo (con la ayuda de un voluntario) de que la lógica no siempre funciona porque esto no es Ajedrez sino Senderismo. Acude Agustin para poner orden en el grupo y volver a reagruparnos una vez que he abortado la escapada. Y hablamos de que, en el Senderismo, nunca se sabe si el peón de la dama se vuelve en peón de la torre, de si el alfil se introduce en la línea de la torre o si el enroque del rey no sirve para evitar el jaque mate; una de las que abandonaron había hablado de las líneas del bingo y yo estoy pensando en la línea del autobús número 11 de mi infancia mientras sigo marcando de manera impecable e implacable al que se las das de más fuerte de todos y que parece que tiene aviesas intenciones de intentar escapar. No sabe que me cubro de las rachas del viento siguiendo su ritmo, estando a sus espaldas, pero sin atacar nunca porque no pienso atacar para nada pero no voy a permitir que nadie se escape.

A punto de llegar vuelvo a hacer tándem con Juan y a recomendarle, como ya le ha recomendado otro compañero, que se piense lo de la agricultura porque ya, desde que somos de Europa, no es como antes. Le recomiendo que se dedique el negocio de las morcillas y le doy unas cuántas ideas antes de volver a vigilar a los que intentan escaparse. Y ya todos en grupo llegamos hasta el Hogar. Hemos entrado por el Camino del Matadero y tres vienen “matados” del todo pero resisten hasta el final. Una de las tres chicas que abandonaron en el bar ha conseguido regresar al grupo. De las otras dos no sé absolutamente nada pero Agustín las confunde con dos mujeres anónimas. De risa. Han sido 10 kilómetros y los he hecho todos con las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón (hay una fotografía que así lo demuestra). Misión cumplida. He cumplido mi labor. Ahora sólo queda tomar el café con leche y anotar las incidencias en mi Diario. Adiós. Cierro mi Diario y me dedico a otra cosa mientras enciendo el segundo puro del día. Día a día vamos siempre haciendo labor.

Notas Adjuntas: “El furgón de cola” lo escribió Antonio Machado y yo me voy esta noche con mi Princesa al Cine porque los miércoles vale más barato y se pueden ver películas extraordinarias.

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