Sensimelia (Experimento 1)

Tira de esos hilos de cristal. Haz que salga la dicción melodiosa y lánguida que traquea moldeada por un cuerpo de trompeta grabando el instante de oro con olor a No.I Imperial Majesty. Que resbalen las notas hasta el sabor añejo que te queda en la boca a café molido mezclado con el olor agrio del vinagre apresado en un pequeño barril con grifo en la tienda de ultramarinos, guardado todo en algún rincón del tiempo reservado a 1954 por tu mente imperfecta, quizá un poco más a la izquierda. Continúa tirando y te verás en la noche frente a una inocente risa que, al ser el producto de algunos juegos de persuasión desequilibrados, se hace mucho más nerviosa y tiene miedo a desvestir las intenciones.

Tener la lengua hecha un cenicero mientras escuchas “Can´t nobody love you” de The Zombies desnudo en un zulo no va a hacer que cambies. Babeas whiskey barato y tratas de convencerte a ti mismo del sueño:

-¡Despierta de una vez gandul, mente invertida!, el que gasta tinta moldeando tu personalidad y tu historia lo ordena.

-¡No!. ¡Prefiero mi sueño, imbecil!. ¿Quién te ha dicho que me guste cambiar?. ¡Cago en todo, el mamón entra encima sin avisar!, ¿donde estás, eh?. Suerte que no tengo el palo, maldito enfermo. ¿Fran eres tu pedazo de mamón? ¡Dí! ¿Dónde estás?.

– Soy quien escribe tu historia.

¿Qué historia ni qué leches? ¿Qué coño eres tio? ¿un amigo invisible de esos o qué?. ¡Puta mierda, sabia yo que mezclar pastillas y alcohol no sentaban bien!. Me estoy volviendo loco o algo, ¿qué coño me está pasando?. (Tranquilo Jaime… estás delirando… eso es todo… ahora te acuestas y te levantas como una rosa, ya está tío… ya está, joder!).

– ¡Valiente desagradecido!, ¡escupes más que hablas!. Si supieras que podrías morir en cualquier momento con que yo conformase a lo más tres líneas de este relato no dirías tantas remeces. ¡Maldito bastardo! ¡deja de encender luces que no me vas a ver, estoy en tu cabeza!. Soy quien describe la rabia del momento y los diálogos, y los puntos y las comas, quien hace que tu sucia vida merezca el honor de no hacerse realidad más que en la imaginación de algunas mentes inquietas que van a saber el desenlace.

– Primero: imagino que has de ser el típico escritor de poca monta que para convencerse a sí mismo de que es alguien, vomita, y después presenta lo vomitado a un público atontado con la esperanza de recibir buenas críticas. Así que, si resulta que llego a ser un personaje de tu asqueroso relato, o la mierda que sea, la mínima reputación y el aumento de tu autoestima están en juego y creo que no querrás que esto acabe tan rápido matándome en el acto ¿no?. (No… no creo que seas tan gilipollas). Segundo: Tu también puedes morir con que la vida conformase a lo más tres líneas de su relato allá donde mierda te encuentres, maldito capullo. Sin embargo… ¡mis memorias quedarían tío!, ¡adoro a los jodidos locos como tú! ¡me estás facilitando el trabajo!: escribes esas líneas. Y lo tercero y no por ello menos importante: yo soy parte de ti quieras o no. ¡Sorpresa!. Bueno, me voy a dormir, tengo cosas mejores que hacer que hablar solo y estoy cansado, a ver si se me pasa esta cogorza de una vez…

– ¡Espera!.

– ¡¿Qué cojones quieres?!.

– ¿Recuerdas lo que has soñado?.

– A ver… ¿Quieres que te lo cuente encima? Pero… ¿De qué coño vas tio?, si eres el escritor ¿por qué cojones no lo dices tú?.

– Estoy aburrido.

– Joooder !valiente cabrón! jajajaja… me has caido simpático con eso tio, a ver… si te lo cuento es para que no confundas al personal que se ha molestado en leer esta bazofia. Pondré un poco de cordura a esto:

Recuerdo que ha sido uno de los mejores sueños que he tenido en la vida, similar al polvo que tuve con esa desesperada aquel 31 de diciembre ¡joder qué bestialidad! a ver… estaba escuchando una canción extraña como de los años 30’ o así, una canción que llevo años intentando saber quién la canta, la música salía de una especie de fonógrafo o algo así, olía raro, como a perfume caro, de repente me encuentro en la tienda de ultramarinos que solía visitar con mi padre y el olor se transforma ¡ha sido tan real! Parecía que estaba allí, al lado el saco de los granos de café, al otro el vinagre, las risas de los clientes de fondo, las viejecitas, las latas de conserva enfrente… ¡bueno… ya está bien! ¿qué coño te voy a contar? ¡No tienes ni puta idea de mí! Seguro que aún no sabes ni cómo vas a continuar esto. Me voy a la cama imbecil ¡ah! ¡Se me olvidaba! Cuarto: Si tu puedes escribir esto… yo también puedo escribir.

Mira debajo de tu lengua y acógelo otra vez y tíralo, abre las puertas de tus ojos si sigues vivo y expulsa el sueño.

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