Sexo en los sesos

!Menudo tabarrón me ha caído encima!. Llevo una hora larga aguantando el ataque. !Cómo detesto a estos donjuanes de verano que siempre atacan de dos en dos e intentan ligarte contándote chistes vulgares llenos de sexo implícito sin sensatez alguna!. El caso es que estoy aquí, en el mostrador de la cafetería, aguantando, una vez más, esta oleada de moscas verdes que te desnudan con el pensamiento mientras quieren cambiar materia por materia. Observo sus “looks fashions glamours” y me dan arcadas cuando escucho sus inmemoriales rollos de dramaturgia secular. Para ahuyentarlos sólo pienso en tí. en el hombre que acaricia con su voz mientras los ojos te envuelven en sus brazos melodiosamente, dulcemente, sin más adorno que el de la verdadera virilidad.

Pienso en ti y no sé cómo quitarme de encima a estas dos moscas verdes de verano. !Cuántas moscas verdes he soportado ya!. Mis oidos están ya saturados de macarradas de quienes sólo me hacen pensar en ti. Total, porque son de los que creen que una mujer a la que consideran hermosa, siempre tiene que ser carne de cañón para sus donjunescas poses. Si pudiese abrirles el cerebro sólo encontraría sexo en vez de hipófisis. !Qué afán por explorarte como cuerpo del deseo de sus sexeras!. Si no hubiese hombres cómo sería mejor ser Diana cazadora alejada de la especie machista.

Les cito una frase del poeta Rumi y se esconden en sus ignorancias. Les pido que hablemos de algo interesante sobre psicología animal en la naturaleza humana y quedan con la mente en blanco y los ojos extravíados en un vacío simplistamente elemental. Así que obnubilados porque una mujer a la que consideran hermosa tenga ganas de hablar de tema para ellos elevado ha llegado mi tío Alberto. !Jamás me alegré de ver tan de cerca a mi tío Alberto el Furibundo!. Y ahí se han quedado los machistas, dando vueltas a su bourbon verdulero (verbena de la pedantería sin materia gris en sus cerebros atestados de sexo) dándose cuenta de que yo no soy Doña Inés envuelta en las barriobajeras mentes de Don Juan y Don Luis Mejía. Y me voy pensando en tí, que me acaricias con sentido mientras hablamos de Rumi o de Psicología hasta que llega la hora de realizar el acto amoroso con el sexo en su lugar y los sesos bien puestos.

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