Si te dicen que caí… no les hagas caso… es mentira… y un día volveré.
Toda mentira tiene un trasfondo de envidia, de no querer admitir lo que otro ser humano posee en su propia libertad. Y es que no pueden soportar ver feliz a quien es feliz. Esconden sus impotencias personales en ese bául sin fondo de su escasa personalidad o, en muchos casos, de su inexistente personalidad porque viven a remolque… siempre a remolque… de los que consideran sus ídolos. Por eso cuando ven a alguien que no idolatra a ningún famoso o famosa (que de todo hay en la viña del Señor) siempre dicen que ha caído; cuando, en realidad, son ellos los que están abajo, en el abismo de lo inconsecuente, en esa falta de liberación que los tiene atados a esa forma de envidia que es la impotencia de ver que otro u otra es verdaderamente feliz.
Por eso, vuelvo a insistir una vez más, que si te dicen que caí… no les hagas caso… es mentira… y un día volveré.