Ah, si yo…
Si tuviese un perro me parece que lo llamaría Mantel pues suena bien y también suena a don Manuel, emérito políglota sobre una cátedra hecha con buenas maderas llamadas nobles ahí sentado hablador de lenguas literarias fuese quizá un tal don Manuel; y lo mismo suena a doña Isabel, la tiradora honesta de cartas, mujer honrada que siempre renunció a utilizar en sus consultas, y más con las cartas ya boca arrima evitó usar vacíos e ingeniosos adornos lingüísticos, espumas con deslumbramientos, y las inofensivas y temibles perogrulladas. Ah, si tuviese un…Mantel lo llamaría.
Pero tener un perro suena también a cenas de memoria, a ficción hecha cinematógrafo; suena a idea poco probable en suceder.
Pues al parecer suena a agua de borrajas.
¡Si tuviese un perro llamado Mantel…., ah, a cuantos lugares comárcales y provinciales y regionales, de paseo, de caminata, con o sin vara, con o sin cayado, con o sin estaca me iría con él!
Mantel.
Ladrido tirando entre grave y agudo.
Cuadrúpedo robusto y despierto, de color blanco con manchas negras como una vaca de granja o de monte inclinado mirando al río, ahí abajo, cerca de la vieja presa esa donde algo de rastro deja el camino desfigurado; a esa presa, esa a la que ya nadie, ni siquiera el viejo ocioso nadie va ni se acerca ni pasea para allá; las autoridades olvidada la tienen, así está…, que ni en los periódicos locales…, ni mu.
Mantel.
Perro alegre si lo fuese, y vivaz; y caminante y trotador, y animoso de paseos.
Paseos para acá, donde el aliento expande sus alas transparentes que levantan aromas entre polvaredas familiares de viejas tierras que se negaron a abandonar a sus primos hermanos los caminos.
Y con Mantel, por las tardes, ya de vuelta, al regresar, al animal lo miraría, y con un ademán gesto amistoso lo invitaría al cuadrúpedo fiel, a que viniese hacia aquí al camino, el fisípedo caminador…; así hiciese si así fuese, si tuviese un perro al que llamaría Mantel que al parecer escrito está que suena muy bien.
Si tuvieses un perro llamado Mantel, más de uno repetiría su nombre y la atención pondría en el. No sólo tendrías un perro llamado Mantel, también un maestro y compañero fiel.
Un abrazo!