Sin nombre.

El salto, el vértigo,
el paraíso y el infierno perdidos,
el amor y el odio,
el puño que golpea,
los sueños de grandeza
y las palabras que envenenan.
El borde de la locura .

la cadena de la carne
y nuevamente la vorágine,
me confundo y reniego,
¿destino o lógica?
¿y este ardor en las entrañas
es algo, vale algo,
o me engaño?
¿Debo apilar mis dolores
como estibas de objetos?
¿y si nadie los alivia?
¿Debo decirme que no existen?
¿y la sensación de la luz en la retina?
¿y el deseo de volver?
Un demonio tentador
me aconseja a decirle,
utilizame y humillame,
no soy ni la horma de tus zapatos
para merecerte,
perdoname por ser apenas un humano,
por no ser perfecto,
por esperar algo más de lo que me dabas,
por atreverme a desearte
en el idioma de los dedos,
por añorar el almuerzo contigo,
al medio día,
por ser atrevido en los sitios públicos,
por querer ver deseo en tu mirada,
por odiar la tiranía de horario,
y a tu cansancio endémico,
por reclamar el rescate de mis ansias,
por desesperarme y no ser paciente,
por no aceptar el amor solo a tu gusto.
Hoy que estoy solo en mi cuarto,
caja sin ecos y sin voces,
un trago de licor reclamo.
El salto, el vértigo.
La tierra que ella pisa.
El altar para inmolar sus recuerdos.
El saumerio con las hierbas infalibles
para no perder una vida,
para no desertar de las filas celestiales.
El borde de la locura es ella.
Ella es la fuerza que me sustrae de lo terreno.
Las imágenes de lo perdido se desgarran sobre mí.
La música de fondo es una partitura
de vanalidades desbocadas.

San José, Costa Rica,
5-6-88.

Un comentario sobre “Sin nombre.”

  1. Hay que tener mucho valor, para exponer los sentimientos de esa manera, sin caer en lo patético, es como desnudarse en público, es olvidar el miedo y el pudor del sentimiento.

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