Este poema del libro En las orillas del Sar, de Rosalía de Castro (escrito en 1884), es, bajo mi particular punto de vista, uno de los más verdaderos y significativos del pensamiento de esta escritora gallega que prefería vivir dentro de la sencillez de los olvidos de un hombre: “Dejadme solo, y olvidado, y libre: quiero errante vagar en las tinieblas; mi ilusión más querida sólo allí dulce y sin rubor me besa”.
Es para reflexionar íntimamente. No importa el ritmo de esta vida ni vivir de atrás hacia adelante o, viceversa, de adelante hacia atrás. El Destino de la verdadera gloria es un estar solo y olvidado y libre. Solo para no tener que soportar la hipocresía de los que nos rodean; olvidado para no tener que recordar traiciones clavadas en el alma; y libre para poder ser así un poco de Existencia (y Rosalía de Castro sabía mucho de estas tres cosas).
¿Qué es el punto del pensamiento infinito?. ¿Podéis imaginaros a alguien tan oculto en los callejones de su alma que nunca jamás se le puede encontrar?. ¿Podéis imaginar un poema escrito no en las hojas de un libro ni en las hojas de un cuaderno sino simplemente en la mente del silencio?. Para eso habría que saber interpretar lo que es el silencio. Muchos creen que el verdadero silencio es un no decir palabras; muchos creen que el verdadero silencio es no escribir palabras; y muchos creen que el verdadero silencio es no sentir palabras.
Para saber algo más de ello es necesario acudir a la primera parte de este octavo poema (otra vez el número 8 presente en la vida de la escritora como símbolo vital e irremediable): “Detente un punto, pensamiento inquieto; la victoria te espera, el amor y la gloria te sonríen. ¿Nada de esto te halaga ni encadena?”.
Quizás ya algunos de vosotros y vosotras podáis ahorar comprender lo que escribió la poetisa. “En las orillas del Sar” es sólo un sentir en medio de las tinieblas; un sentir con las palabras dichas al viento de la oscura noche; un sentir es escribir palabras en las hojas secas de algún añejo abeto que pronto caerán al suelo para que alguien las pisotee sin caridad alguna; un sentir el camino arrasándonos el alma. Ese es el verdadero silencio de este poema número 8. Y también silencio es la sangre derramamda en el pensamiento para poder vencer a la espera, al amor y a la gloria. !Nada de esto halaga ni encadena si eres verdadero!. No. Todo lo contrario.
Recomiendo leer este poema a quienes tienen, de verdad, sentimientos en su corazón… los otros es mejor que no lo lean…