A veces las dudas nos contraen el ánimo y creemos que somos diferentes, pero al mirarnos al espejo conductivo nos damos cuenta de que somos tan exactos como nos
estamos pensando. Somos, más allá de lo meramente aparente, nosotros mismos, tal como nos reflejamos en el cristal de la conciencia. No. No podemos escapar del tiempo y nos encontramos con el mismo afán de cada día. En cada pulsación de nuestros ánimos somos tal cuales nos vemos refractados en el diafragma de nuestras pasiones más profundas. Y entonces es cuando debemos decidir por cuáles caminos embarcaremos nuestro rumbo.
En las coordenadas de nuestro propio ser es en donde vemos limitadas nuestras libertades y entonces podemos distinguirnos del resto de los seres humanos como entes unívocos e irrepetibles. En esa hora de encontrarnos asidos a nuestra propia vida podemos inhalar el ánimo de toda nuestra presencia en este sistema viviente donde movemos nuestro cuerpo para poder respirarnos profundamente.
No. El espejo vitral de nuestra propia presencia no nos engaña nunca. Somo tal como nos pensamos ser. Es algo imposible de ocultar. En ese instante en que el reflejo de nuestra personalidad nos da una imagen verdadera es cuando podemos decir que somos exactos. Y a partir de ahí llegan las variables que nos introducen en los rumbos pasajeros de nuestra vida. En fin. Que todo el bagaje de nuestro cuerpo y nuestra sombra es el verdadero espíritu de nuestro ser.
Es por eso por lo que sigo creyendo, y creeré siempre, en el Milagro 16-18 que sólo quienes saben que el Gran Sueño de nuestra personalidad es la Transformación cristiana, sabemos que traspone las apariencias y nos vuelve al estado natural de nuestra plena juventud. Nada importa que los que dudan no se lo crean. ¿Qué son las dudas ajenas a nosotros mismos sino simples pensamientos vacíos de contenido?. Hay muchos seres humanos que son sólo pensamientos vacíos. Nosotros no. Nosotros somos pensamientos convertidos en milagros de la Realidad. Sí. De nuestra Realidad que sólo le pertenece a Jesucristo. Separar las aguas del Nilo o hacer resucitar a los muertos es mucho más difícil que saber, como de Verdad sabemos, que tú volverás a tener 16años de edad y yo volveré a ser el joven de los 18 años que te amó, te ama y te amará siempre como cuando con sólo 7 años de edad lo hizo por primera vez. Sí. Nuestros Grandes Sueños no pueden comprenderlos los de las mentes pequeñas a pesar de que se llamen socialmente adultos. ¿Adultos los que no saben soñar?. ¿Qué clase de edad adulta puede ser la de los seres que se vuelven violentos por una sola mirada o por un simple pasar por los pasos de cebra donde los semáforos son para ellos algo que no se debe respetar?. ¿Y esos son los adultos y las adultas que nos critican porque tú vuelves física y espiritualmente a tener 16 años de edad y yo, de igual moanera, vuelvo a ser el joven de los 18?. No tiene importancia. Lo mejor es mirar para otro lado cuando ciertas marquesinas ofrecen sexo en abundancia por unas cuantas monedas. No. Nosotros somos de Jesucristo. No nos interesa nada más que ser la chavala guapa de los 16 años de edad y el joven atractivo de los 18. Lo demás sólo es envidia. ¿Y cómo debemos actuar ante la envidia?. Simplemente seguir respetando los semáforos y seguir caminando… con 16 años de edad tú y yo con 18. Y si la envidia les produce rabia ya se sabe que la rabia sólo se muerde a sí misma cuando pasamos y paseamos sin hacerles caso.
Y a veces y sólo a veces, nos pensamos como no somos y como quisiéramos ser. Yo solía escribir una frase muy mía que decía: En otros me invento, en mí, me derroto… Te saludo un poco más sin no dejar de decirte que admiro tu espiritualidad y tu fe, que sólo tu debes saber como la has ido cultivando y cosechando; en mi caso, es un calificativo al que le he matado un poco y hasta ´bastante´ de sed. =) (sonrisa amigable).
Gracias por tu sonrisa, Juanjo. La sonrisa es mi verdadero idioma. Una sonrisa amistosa vale más que mil envidias. Gracias por leer y comentar.