Antropófago, carroñero, antropomorfo. ¿Qué proceso evolutivo te llevó a ser lo que sos?
Te llamaron engendro. Quisieron matarte. Te temen. ¡Son salvajes!
Miles de teorías, todas refutables, hablan de tu origen: “es extraterrestre”, “el eslabón perdido”, “mutación por radiación”…
¿Por qué no hablás? Los doctores dicen que podrías si quisieras. ¿Por qué no me imitás?
¡Son salvajes! Te enseñaron a fumar. ¿Dónde está su amado evolucionismo cultural? No te entienden. No encajás en su esquema.

Estás triste en tu celda. Querés ser libre. Te estás muriendo. Te están matando ¡Son salvajes! Tengo que sacarte. Tengo que entenderte. Vos seguís fumando.
¿Dónde está tu hogar? Si me dijeras podría llevarte.
¿Cómo llegaste a la ciudad? Dicen que venís del norte, de la selva.
Te dijeron bestia, monstruo, demonio… ¡Son salvajes!
Te encontraron en la morgue masticando el pie de alguien, pero no sos cazador, no mataste a nadie. Te llamaron asesino, te golpearon, te encerraron… y vos los dejaste. ¿Por qué sos tan sumiso? No estás bien, no comiste los vegetales ni la carne cocida que te di. No me dejan darte carne cruda, quieren “civilizarte”. ¿Enseñándote a fumar? ¿Enseñándote a vestirte? ¿Enseñándote a afeitarte? ¡Son salvajes!
Que te enseñen a hablar y te pregunten qué querés. Podemos aprender más nosotros de vos que vos de nosotros. Permitámonos ser alumnos una vez en la historia, abandonemos la manía de querer controlar todo.
Dejás caer tu cigarrillo sobre el lecho de paja. Agarro el matafuego; me mirás a los ojos como diciendo “no”. Te acurrucás entre las llamas y me hablás: “gracias amigo; gracias por no ser como ellos; gracias por no ser salvaje”.
Una lágrima (sólo una) se desliza por tu rostro antes de evaporarse.