Una vez, temí que jamás
encontraría a alguien
a quien querer de verdad.
Quería alguien perfecto,
al menos para mí.
Una manera especial de hablar,
una forma sincera de escuchar;
sin temor de reír ni de llorar;
ternura y comprensión;
alegría y estímulo;
alguien que llenara mi corazón
de dicha…
Creo que esperaba mucho,
¡Pero tengo fe!
Y creía que algún día
el encanto particular de alguien
transformaría mi vida.
Pero toda esa espera,
toda la soledad,
todos los momentos en que casi desistí,
valieron la pena;
han dado sus frutos.
Y es verdad que los deseos se hacen realidad,
porque lo que siempre he deseado
no es un sueño…
eres tú.
En esa búsqueda ponemos mucho de nosotros mismos, nos identificamos con el alma y hacemos del sueño una ralidad presente. La realidad siempre es sincera, y si tu percepción amorosa es la verdadera, todo tu camino se inicia aquí, en el ese aprender a vivir.Gracias