Tú y yo, una y uno, que brotamos…

Te voy pensando en el perfume invisible
de las concordias del lucero y de las piedras
por el camino errante de los besos
que llegan, sin prisas, con amor envuelto en las estrellas.

Palabras encendidas que crecen en su materia firme
con las que explico el mundo de las dichas
y un temblor profundo de la voz humana
en el entretenido juego de tu cuerpo.

Tú y yo, una y uno, que brotamos
del entendernos con el agua y con la luz;
una forma profunda de los movimientos
en un vaivén de cielos con honduras.

Soy yo quien te está esperando
en la oscuridad de la travesía de esta noche
y tú, pasajera de las dobles espumas,
te vas hundiendo en mi pecho lentamente.

Lo que canta en el más allá de la frontera
es mi corazón estremecido de imaginaciones
y el mundo te lo acerco a tus manos
para aprisionarlo con el beso del ensueño.

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