Te nombro y es todo olvido salvo tú,
que te perfilas, tan perfecta
contra el fondo opaco del recuerdo.
Tú, que sólo eres invento mío,
cábala impuesta en lugares y espacios
que recreo para hablarte,
te nombro
y, tan remedo como eres,
me enamoro de nuevo al verte tan viva.
Busco las letras y construyo una vez más tu nombre
de la nada del silencio,
hacia todo lo que te nombre,
hasta hacer que mi lengua y mi boca
sólo sepan de ti.
Te nombro
y te recreas contra toda mi imaginería
y reivindicas que vives, que ríes, que lloras.
Te digo
Ana
y prende tu alma dentro de mi memoria
y, sosegado, me abandono a la oscuridad,
seguro de poder nombrarte.
Es muy bueno!