Te quiero, me quiero,
lo que enuncia esta verdad,
es el más firme asidero
de nuestra complicidad.
En la morada perfecta
en que habitamos los dos,
nunca ha sido descubierta
la huella del desamor.
Tú mi cariño mereces,
tú me animas y me mimas.
Y son ya tantas las veces
que nuestra emoción sublimas
que en ello más me pareces,
bajando a las grandes simas,
no bajar, porque enalteces
subiendo a las altas cimas.
Nuestra compartida dualidad
es un refugio de complicidad.