Tendremos que responder.

No sé si sabíais (supongo que la inmensa mayoría de todos vosotros y vostras no) que la conocida actriz alemana Marlene Dietrich (la del “Adiós Lilí Marlen” y que en realidad se llamaba María Magdalena von Losch, nacida en Berlín en 1901), luchó contra el nazismo en los años 40 vendiendo bonos de guerra en los Estados Unidos de Norteamérica y luego visitando todos los países en los que había tropas aliadas, para ayudarles mientras, !vaya paradojas tiene esta vida!, Joseph Dietrich (llamado Sepp) era un general alemán bávaro que fue uno de los primeros en inscribirse en el partido nazi y uno de los fundadores de las temibles S.S. alemanas. Este tipo llegó a ser, incluso, de la guardia personal del “Führer”.

Cuando sesenta años más tarde se rodó la película basada en la historia del dictador alemán Adolf Hitler, titulada “Hitler, el reinado del mal” (por la productora Alliance Atlantis), en el cartel comunicador del film aparece la frase de Edmund Burke (político británico nacido en Irlanda, en Dublín para ser más exactos, aproximadamente hacia 1729 y pensador opuesto al racionalismo y al difuso deismo de las generaciones precedente): “El único requisito necesario para que el mal se propague, es que los hombres buenos no hagan nada”.

Aprovecho para hacer un descanso que me parece oportuno: en la enciclopedia del Gran Larousse existen hasta otros cinco Dietrich más. Son los siguientes: Veit Dietrich( en latín Vitus Theodorus) que fue un teólogo protestante nacido en Nuremberg en 1506 y muerto en la misma ciudad en 1549, que llegó a ser secretario de Martin Lutero; Adam Dietrich (llamado “el botánico de Ziegenhain” que fue un naturalista alemán nacido y muerto en esta ciudad alemana donde vivió entre 1711 y 1782 y que sostuvo correo con Linneo; su nieto Fredrich Gotlieb Dietrich (Ziegenhain, 1768-Eisenach, 1850) que fue también profesor de botánica después de haber sido jardinero y autor del “Diario económico y botánico de Jardinería; el sobrino de Adam, llamado David Dietrich (Ziegenhain, 1800- Jena, 1888) autor, entre otras obras, de “Enciclopedia de las plantas”, “La flora de Alemania” y “Flora universalis”; y Gunter Dietrich (también alemán por supuesto) que fue un oceanólogo (Berlín, 1911 – Kiel, 1972) que dirigió el Instituto oceonográfico de Kiel y que realizó importantes trabajos de hidrología en el Atlántico Norte, autor del tratado titulado “Allgemeine Meereskunde” cuya primera edición salió al público en 1957.

Después de este improvisado descanso seguimos con nuestro tema principal…

En el mismo estilo que la frase de Burke existe otra, escrita en una pared de una conocida capital europea; que decía: “Los rincones más profundos del infierno están reservados para aquellos que en los momentos de crisis se mantienen neutrales y fríos”; puesto que no existe mayor cobardía humana que ser un frío neutral.

Hacer algo. Tomar decisiones que nos hagan intervenir en la vida de los demás y en la nuestra. Yo digo lo contrario: “hacer algo por nuestras vidas para luego hacerlo para los demás” (que es más acertado, según dice la Biblia).

Ayudar a los demás para que nuestro mundo no sea indiferente… después de haberlo hecho para nosotros mismos. Luchar por causas que merecen la pena porque forman parte del Tiempo Emergente y apostar nuestra vida cuando es necesario pero no de forma absurda o estúpida.

Necesitamos hacerlo así, de esta manera, no por las consecuencias que nos afecten a nosotros por culpa de la frialdad de ellos… sino por nuestra propia autoestima. Lo que necesitamos hacer es que no caigamos en el castigo de la frialdad; y necesitamos vivir así porque de otra manera la vida sería innecesaria.

En los últimos años (desde el mismo inicio del año 2000) parece que nuestra sociedad se ha vuelto más solidaria (solidaridad quiere decir -y se lo hago saber a mi sobrino Miguel- actitud de adhesión a la causa o empresa de otros u otras- además de entera comunidad de intereses y responsabilidades); pero queda por ver si esto es fruto de una moda pasajera o de un deseo sincero para ayudar a los otros.

En nuestro mundo son miles de millones los que no sobrepasan el umbral de la pobreza (que nunca ocurrrió, por ejemplo, con escritores como Francisco Umbral ya que de umbrales estamos escribiendo) y hoy mismo (en este mismo instante en que escribo desde Murcia) mueren por no tener qué comer o por enfermedades de cierta consideración, hasta un total de cien mil personas cada día y un niño casa siete segundos. O sea, que si estoy escribiendo ahora a la doce horas con cincuenta y seis minutos y cuatro segundos del mediodía, cuando sean las doce horas con cincuenta y seis minutos más once segundos, habrán muerto, en este momento de este mediodía, siete niños más.

¿Cómo vivir cómodamente mientras los demás sufren?. !!Necesitamos urgentemente vivir de manera solidaria, porque de otra manera ni siquiera mereceríamos ser considerados como personas!!.

Creemos que es la hora de dejar de hablar, escribir (salvo que sigan siendo necesarias ambas cosas) o manifestarse para vencer a la pobreza. Cuando la pobreza es, ni más ni menos, sobre todo hambre y soledad. Démosle de comer al hambriento o hambrieta y démosle compañía al solitario o solitaria que estan penando por culpa de la falta de magnaminidad, por la tacañería, por la falta de gallardía y por el cinismo de los neutrales que viven “muellamente” de placer en placer, de fiesta en fiesta, de “botellón” en “botellón”, de impudicia en impudicia y de “crimen” en “crimen” (y esto último lo cito por los proabortistas y las proabortistas sea cual sea la excusa que den para ocultar dicho crimen). Hablemos ya con total claridad…

Es hora de trabajar y comenzar a cuidarnos de las trampas que nos ponen los gobernantes y los adláteres de los gobernantes, los oponentes al gobernante y los adláteres de los oponentes del dobernante, de los hipócritas dicho de otra manera.

Acercarnos a los seres humanos que están siendo humillados en sus hogares, en sus colegios, en sus puestos de trabajo y en las calles. Porque no hay que olvidar que Dios defiende la causa de los afligidos. Pero no. La causa de los afligidos debe comenzar a hacerse (como predicó Jesucristo) aquí, en esta Tierra y en estos mismos momentos en que algunos estamos hablando y otros estamos escribiendo sobre este tema.

Algún día tendremos que dar cuentas. Algún día tendremos que responder por los que han muerto sin que nadie les ayudase. Llegará el momento en que tendremos que tratar de justificarnos hipócritametne de lo que no hemos hecho por los demás.

Creo que ya basta de palabras. !Hay que empezar a actuar! porque, como digo yo (y con esto termino): “La liberación ayuda a nuestros espíritus”.

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