Eran veranos cálidos aquellos del franquismo más recalcitrante de historia española. Pasaba yo mis pensamientos por el cedazo de los paseos de los olivos y la viñas. Tiempo de uvas. Tiempos de crecer más allá de los linderos de los campos de Valverde de Júcar. Era como jugar a aprender a ser un poco más niño mientras crecía. Una especie de Peter Pan que nunca sufrió el complejo de Peter. Cada día más lejos aun de los demás elementos familiares. Por aquellas viñas, aprendiendo de mi tío paterno Ángel Orero cómo saber las horas confeccinando relojes de tierra, yo superaba con la imaginación aquellos pedazos de cosechas en que mis primeros poemas se quedaban anclados entre los zarcillos de las plantas. Mucho más allá había un porqué, una causa, un motivo por el cual yo me alejaba de los demás familiares y en los atardeceres, junto al Júcar, me venían a la memorias los cantos al río Duero del Romancero de Gerardo Diego.
Río Duero, río Duero, nadie a acompañarte baja; nadie se detiene a oír tu eterna estrofa de agua. Indiferente o cobarde, la ciudad vuelve la espalda. No quiere ver en tu espejo su muralla desdentada. Tú, viejo Duero, sonríes entre tus barbas de plata, moliendo con tus romances las cosechas mal logradas. Y entre los santos de piedra y los álamos de magia pasas llevando en tus ondas palabras de amor, palabras. Quién pudiera como tú, a la vez quieto y en marcha, cantar siempre el mismo verso pero con distinta agua. Río Duero, río Duero, nadie a estar contigo baja, ya nadie quiere atender tu eterna estrofa olvidada, sino los enamorados que preguntan por sus almas y siembran en tus espumas palabras de amor, palabras.
Y yo volvía de los viñedos con una nueva sensación cada atardecer. Con un nuevo poema en mi pensamiento porque en aquellos años de tiempos de uvas cada vez eran más hermnosas las estrellas, la luna era menos inalcanzable y el sol me tostaba la piel. Del Duero al Júcar… y del Júcar la independecia cada vez más unida a Lina (Liliana de los Ángeles) y aquel pequeño Diesel que nunca quiso crecer más allá del verdadero amor.
Mucho más allá había un porqué, una causa, un motivo por el cual yo me alejaba de los demás familiares y en los atardeceres, junto al Júcar, me venían a la memoria los cantos al río Duero del Romancero de Gerardo Diego.
nadie se detiene a oír tu eterna estrofa de agua…vos te detenías, a escuchar al Duero, quizás porque siempre fuiste Peter y luego amasarías el Pan con palabras de amor.
Del Duero al Júcar… y del Júcar la independencia cada vez más unida a Lina (Liliana de los Ángeles) y aquel pequeño Diesel que nunca quiso crecer más allá del verdadero amor.Muy bello, en verdad Tiempo de Uvas.Saludos.
Saludos y salud, Flama… que todo lo demás viene después… y muchas gracias por leer y comentar.