En un torbellino de viento arrebolado se transforma toda la calma de mi sangre enamorada; todo el efímero paseo de mis sentires se arremolina en este crepúsculo de encendidas añoranzas: “… Corrió entonces la princesa hasta el laberinto de cipreses y, dejándose caer sobre el blando lecho, durmió un tiempo impreciso pero sereno e inmediatamernte toda la floresta se encendió para dar la bienvendia al cortejo de las ánades violetas que, en forma de ejército salvador, se acercaron hasta ella y, hablándola de emociones encontradas en el bosque, la hicieron despertar de sus ueño…”