Tomo la sopa entre las grises nieblas
del llanto de la mujer vecina.
Un hombre que la asesina
en medio del placer y los orgasmos.
Tomo la sopa y me levanto
para ir a trabajar a la oficina
donde la vida se me hace orina
de tanto ver y escuchar llantos.
Tomo la sopa y voy directo
a hacer mi propia justicia divina:
tomar el coche y marcharme presto
hacia el loco que canta en la colina.