Topalov lo confirma.

Con los grandes campeones del ajedrez se ha construído el arquetipo de que son personajes de una inteligencia suprema, distraídos geniales, absortos en su mundo inalcanzable para el resto de los mortales y dotadoss de una inteligencia tan sobrenatural que los aleja del resto del mundo. Hay quienes siguen creyendo que es la inteligencia el ingrediente supremo del gran jugador de ajedres. Pero no es enteramente cierto este axioma. La inteligencia es un ingrediente importante, pero el más resaltable de un campeón de ajedrez es la Lógica. Ajedrez es a lógica como boxeo es a fuerza física o los cien metros lisos es a velocidad…

El actual campeón del mundo, el búlgaro Vasselin Topalov (radicado hace más de una década en la ciudad española de Salamanca) es un ser normal, completamente normal, de una inteligencia normal, que llega al extremo de chocar con una puerta de cristal en una conferencia de prensa en la ciudad mexicana de Morelia pero que cuando pasea por las calles pasa tan desapercibido como un empleado de grandes almacenes, simpático y atento con la clientela, que llegará a lo sumo a ascender a jefe de planta.

Porque Topalov no responde al arquetipo de genio inaccesible como ocurría con otros grandes campeones como Bobby Fisher o su antecesor el ruso Gary Kasparov (al que le apodaban El Ogro por su inaccesibilidad ante los demás). Topalov es, por el contrario, tan sencillo que acepta con una sonrisa cualquier derrota inesperada ante contrarios de muy poca enjundia y que se alegra tirando penaltys a un portero de equipo barrial.

Topalov es un campeón del mundo diferente. Este sucesor de Kasparov (desplazando a los más previsibles Vishy Anand, el Maestro de Calcuta también radicado en España, y Vladimir Kramlik, el ucraniano verdugo de Kasparov en el 2000) es tan accesible que quien no lo conoce personalmente lo confunde con cualquier ciudadano normal. Que ha madurado poco a poco a base de mucho sacrificio (ya tiene más de 30 años de edad) y que demuestra que para ser campeón mundial de ajedrez no es necesario ser Salomón ni tener el coeficiente intelectivo de Einstein…

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