El viejo truhán de vocabulario feo malsonante y desagradable, se iba acercando a la céntrica plaza de su pequeña ciudad. Caminaba mirando fijo, con extraños atuendos, vistiendo sin cuidado ni agrado, poca era la gracia. Y…mirada perversa de intenciones confusas, engañosas.
Se decía de éste individuo, se decía, rumoreando de oreja a oreja, de frivolidad a frivolidad, que este hombre sufrió una caída en trauma de accidente, fortuito trance de doloroso resultado y mala cura. Al parecer, sufrió intervención en las caderas.
Fue pues llevado a la casa de la cirugía.
Su caminar era al verlo venir de asustar, tal así que atemorizaba a niños y mayores, viéndolo venir o salir de callejón alguno. Y más si el lugar fuese estrecho y algo oscuro.
¿Sus cabellos?
¡OH! ¡Su cabello! Mal atendido. Poco aseado. Y estrafalaria inquietud emanaba de esa cabellera que imponía temblando a cada paso.
Hombre éste de siniestra risa o de extraña mueca, que lo convertían en un ser algo esperpéntico, impenetrable, intratable, poco aconsejado para iniciar conversación alguna.
Cada vez que la alcohólica embriaguez lo metía en una temible opresión y su porte se veía encogido de casi arrastrarse, se sumaba a su coja manera de andar un extraño zarandeo aún más acentuado, inestable equilibrio; un movimiento y paso caminante, que lo hacían hombre difícil de aguantar y de contemplar.
Así que viendo a aquel cojo de extraña tribulación, de mal venir y vivir, embriagado por la falta de respeto y de cuidado hacia el cuerpo y la mente, y caminando con aquellas caderas mal curadas y estropeadas, era mucho mejor cambiarse de acera, o si fuese bien y posible girar en la próxima esquina.
O si iba uno andando por las calles con su pareja, tómese bien a su mano, sin miedo a parecer un niño asustado.
Buen relato Volki. Ya te he dicho en alguna otra ocasión que me gusta la manera que tienes de escribir relatos. Este es serio e irónico a la vez. Pero muy bueno de verdad.
He visto perfectamente a ése viejo truhán, tu magnífica mamera de describirlo me ha hecho verlo en la esquina, y sí, por siacaso, me he cambiado de acera. Muakkkkk.
Texto triste; tal vez ese hombre, podría ser y quien lo supiera… un tipo de agradable conversación y muchas cosas buenas que sacar. Saludo