Tres o Cuatro.- Primero: “La senda de los olvidos”

La senda de los olvidos
abre la vida en verano
como entonces… como entonces…
pero esta vez abandonando
los fantasmas recalcitrantes
de aquel pasado.

La senda de los olvidos
se ha tranformado
en niños leves y tenues
que están jugando
con las amarillas flores
del verde campo.

Y en la frontera
de los olvidos lejanos
las manos
se nos hunden en el vacío
de sueños enamorados.

La senda de los olvidos
es una lengua de extraños
signos sin dueños posibles
abandonados…

Y en la frontera
de los olvidos lejanos
los ojos
de unos cuantos ancianos
sueñan con tiempos mejores
de aquellos años…

La senda de los olvidos
han transformado
mi corazón de hiedra
en un entramado
de hierbabuena crecida
en los verdes campos.

Y en la frontera
de esta juventud mecida
por los vientos solanos
mis manos
acarician su rostro puro
que está llorando.

Es una niña perdida
en el olvido lejano…
que no encuentra ninguna salida
para su hermano:
un muchachito verde…
verde de años…
que para parecer un hombre
se está drogando.

La senda de los olvidos
sigue avanzando
bajo mis pies caminantes
mientras voy cantando
poemas de ojos alegres
enamorando
a los girasoles que giran
noventa grados.

Y en la frontera
del verde campo
sueño con ser poeta
del hipocampo:
un caballito de mar
que se ha transformado
en metáfora de versos
con fines claros.

La senda de los olvidos
se ha olvidado
las tristeza en las ramas
del viejo y anciano
chopo del cementerio
ya rebasado.

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