Um hombre llamado Sade (4): Revolución y Napoleón

¿Qué ocurrió durante la Revolución Francesa con Sade?. Sucede que Sade tiene pensamientos muy diferentes a los de su clase social y tiene también temores ante la guillotina; por eso apoya decididamente la causa revolucionaria aunque hay muchas ideas en ésta que no concuerdan con sus principios internos y sobre todo con la manera de vivir en la que ha sido educado. Eso hace que su atormentado cerebro tenga que hacer nuevos esfuerzos extras y comienza un deterioro mental que hace que algunos camaradas comiencen a sospechar de él, comiencen a llamarle contrarrevolucionario y comiencen a intentar ajusticiarle. Debido a algunos comentarios que realiza, en la Época del Terror, Robespierre está a punto de guillotirnarlo y sólo le salva la intercesión de familiares y amigos.

Hay entonces un total desconcierto en la literatura francesa y la baronesa Madame de Stael (autora de “Delphine” y “Corinne o Italia”) huye del Terror refugiándose en la pequeña ciudad suiza de Coppet, en un Castillo cercano a un hermoso lago, donde también están Benjamin Constant (el autor de la novela sicológica “Adolfo”), Chenedollé, Prospero de Barante, el Principe de Prusia, Mateo de Montmorency, Jean Charles Sismondi, Zacharias Werner… todos ellos huídos de la ira de Robespierre, que ya ha hecho guillotinar a Danton, a Jacques Hérbert y al poeta A´ndré Chenier por escribir poemas a una mujer encarcelada de la que se enamoró profundamente y que se publicaron bajo el título de “La joven cautiva”.

El Marqués de Sade, sin embargo, no ha huído de Francia y publica entonces (1791) su novela “Justine o las desventuras de la virtud” pero lo hace (advertido ya de los peligros que corre) bajo un seudónimo. Se desata un verdadero escándalo con esta “Justine” y Sade salva la vida gracias al seudónimo.

Después del Terror, Napoleón empuña todas las riendas: el Instituto, la Academia, las escuelas superiores, los teatros, la prensa, las editoriales… y como la organización administrativa y la policía se han perfeccionado extraordinariamente, puede dirigir el mpensamiento y la creación literaria con una eficacia que para sí hubiera querido el mismísimo cardenal Richelieu en su época. Sin embargo, la creación literaria escapa de su total dominio y en Francia, entonces desorbitada hasta el Rin, el Mosela y el Escalda, va surgiendo un pensamiento libre, por momentos subversivo, que refluye hacia París.

El Marqués de Sade vuelve nuevamente a la cárcel por un largo período de tiempo y se le producen nuevos trastornos mentales por la, para él, insoportable falta de libertad. Es cuando le entra una fiebre enorme por la numerología. Hasta el extremo de intentar explicar toda su vida y sus acciones a través de los números. Estos esfuerzos, según algunos investigadores de su vida, le produjo trastornos mentales ya de carácter grave.

Mientras tanto, e la literatura francesa descuella una gran cantidad de obras llamadas “de ideas”, que forman, en un momento determinado, dos vertientes totalmente opuestas y beligerantes entre sí. Una vertiente es llamada la de los escritores “diablos rojos” y la otra la de los escritores “diablos blancos”.

Entre los primeros, completamente revoilucionarios, están Pablo Curier (demasiado pedante y aldeano) que publica panfletos denunciando a los tiranuelos locales, a los curas, a los jueces, a los alcaldes y a los gobernantes de París (con cierta razón pero muy endiosado y sobre todo de manera muy falsa porque él está haciendo lo mismo en su localidad de Turena hasta que muere envenenado por su esposa con la ayuda d eun criado) y Jean de Beránger, que cantó al amor antes de hacerse satírico contra curas, sabios y gobernantes (esto último le llevó a la cárcel donde le dio tiempo a cambiar de actitud, se hizo popularmente libertario y fue tan gran adulador del emperador que murió elevado a la gloria literaria).

Frente a estos “diablos rojos” existieron los “diablos blancos” que expresaban ideologías de extrema derecha reaccionaria (la reacción integral) entre los que se encontraban el vizconde Louis de Bonald (con su filosofía ultracatólica), el conde saboyano Joseph de Maistre (un incendiario partidario de la Monarquía Absolutista y de la religión intransigente con Inquisición incluída) y su hermano Xavier de Maistre (oficial y bibliotecario que incompresiblemente fue considerado por mucho tiempo un autor de obras maestras cuando toda su literatura sólo es un cúmulo de obritas insustanciales). A esta especie de “diablos blancos” (los hijos perdidos de Bossuet) un escrito marginal llamado Jules Barbey d’Aurevilly(autor de “las diabólicas” y “El caballero Des Touches2) los calificó de Profetas del Pasado.

¿Dónde situar, en este contexto, al Marqués de Sade?. Colocado en un extremo de la “marginalidad” es un caso totalmente singular. Fue continuamente siendo estigmatizado por los periodistas revolucionarios como un depravado e infame ser infrahumano. Es cuando Sade publica (1795) una de sus mejores obras (“La filosofía en el tocador”). Pero Sade está cada vez más torturado y atormentado por su falta de libertad de movimientos, lo acosan continuamente los jueces y las autoridades policiales y ahora, descubierto ya que es el autor de la novela “Justine”, es por todos perseguido e insultado. Así que e sun acto de temeridad increíble publica “Julieta o las prosperidades del vicio” (1801) y se le ocurre la estrambrótica idea de dedicarsela a Napoleón (idea para mí también absurda y “suicida” porque en aquel tiempo se está acusando a Sade de ser el autor de un anónimo panfleto titulado “Zoloé” que ataca ferozmente a las relaciones entre Napoleón y Josefina).

Napoleón, totalmente encolerizado contra el Marqués, lo hace internar definitivamente en el manicomio de Charenton donde conoce la noticia de que en 1804 el emperador ha hecho fusilar al duque d’Ènghiens, el último representante de la Casa de los Condé y en quien confiaba para poder salir de allí. Del manicomio ya no sale nunca y muere en 1814 no sin antes haber sido autor de obras teatrales escritas allí mismo y representadas por autores escogidos entre los propios internos del manicomio.

2 comentarios sobre “Um hombre llamado Sade (4): Revolución y Napoleón”

  1. Estimado Diesel:
    Acertadísima la situación/marco de la Revolución. Sade genera un poder, que alcanza al pueblo, a la vez que está muy cercano al pensamiento del anarkismo, del dejar que el mundo se desplome ante una cultura de peluca y falsete. Existe una noción de locura que incluye el pensamiento de Sade, pero no está “loco” es un CREADOR que sublima su locura con la escritura. En una de las películas sobre su vida…termina escribiendo con excremento sobre los muros de la celda. Este es el final más sublime que entronca lanecesidad de CREAR Y DESTRUIR más allá de la Razón. Por cierto su muerte creo que corresponde a una fecha reciente del mes de Diciembre. ¿Estaremos escribiendo un pequeño panegirico a su obra? Gracias y un saludo.

  2. Amigo grekosay. La fecha exacta de la muerte del Marqués de Sade fue el 2 de diciembre de 1814. Hace exactamente 191 años y algunos días. Un saludo y que pases muy felices fiestas. Tu amigo diesel.

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