Mi historia, tu historia, no es su historia
Mi camisa, tu café, no es su negocio
Ni la fila del banco, ni la estancia en un lujoso salón
Cuentan algo del cuento que canta.
Guaipe húmedo, extensión de su mano
Temporal sin rostro, cara sin tiempo
Limpia autos de empresarios, la va llevando
Su oficina es grande: la calzada.
Concurso de Cuento de Quito.
Publicación sin publicar.
Saturno devorando a sus hijos mientras tras la cortina el deseo se enhebra con la sensación de abandono ¿o quizás no fue un abandono sino el triunfo exacto al acudir a la cita? Son recuerdos de un Cuento en Quito. Café Libro y Casa Kingman. Exactamente allí era la cita. Exactamente allí era el Cuento. Exactamente allí era la presencia. Exactamente allí era el éxito o el volver a casa sabiendo que se había cumplido a la perfección con lo prometido. ¿Asistentes? ¿Espectadores? ¿Testigos? Los justos y necesarios para saber que la certeza era real aunque el Cuento fuese una ficción. Quito. Antes del año 2000 antes de Jesuctristo. Un saludo cordial compañero.
Una historia cualquiera nos sirve para rememorizar remembranzas más o menos lejanas o más o menos cercanas. Contar algo, como dices tú, ya es un éxito a priori. Después es necesaria esa “extensión de su mano” para aprehender lo más esencial de un cuento. En mi memoria la historia alcanzó su grandeza una vez que pude expresarla con total liberación en unos pocos minutos. No me gustan los Concursos que te imponen una temática a no ser que, a pesar de ello, te den un margen muy amplio para desarrollar las creatividades que surgen de la espontaneidad de tu inspiración. En ese caso, competir basándose en una temática ya establecida, viene a ser un reto que puedes solventar cuando sabes que otros competidores tienen la misma liberación que tú. Entonces sí. Entonces viene el éxito cuando consigues aunar la imposición del tema con la imaginación de tus inspiraciones. Un abrazo cordial y saludos a Quito.
Un cualquiera día, compañero, un cualquiera día… nos surge la inspiración y logramos conseguir algo que minutos antes no sabíamos qué es lo que era ni lo que significaba. Cuando lo descubrimos lo podemos expresar hacia los demás como algo inédito y original. Muchos pueden creer que hay que premeditar todo lo que se escribe. Es totalmente falso en lo que concierne a los escritores que lo hacemos de manera espontánea o planificada pero dando un gran margen de acción a lo imaginario.
Lo real no tiene por qué oponerse a la ficción sino complementarse con ella. He dicho y lo afirmo pero acepto que otros opinen lo contrario.