Yo no era el chico que tú esperabas.

Yo no era el chico que tú esperabas ni tú eras la chica que yo soñaba. En las aulas de los conocimientos de la vida la distancia entre tú y yo cada vez se hacía más grande. ¿Para qué construir entonces metáforas diarias? A veces parecía como que íbamos a poder subir al mismo tren, pero los muros de la indiferencia separaban nuestros corazones. Sí. Tú tocaste mi corazón en un momento pero… ¿y nuestras almas?… ¿dónde estaban nuestras almas?

Asomado al ventanal de las esperanzas yo notaba que tus miradas sólo eran caricias de superficie sin motivo absoluto y me quedé observando que tus ojos solamente eran para otro diferente a mí, distinto a mí, opuesto a mí.

En medio de las olas, en la playa de los deseos, yo sólo podía sentirte… pero la distancia entre nuestros cuerpos cada vez se hacía más sin límites, más con infinitos, más inalcanzable; así que yo marché con el sol al morirse la tarde y me quedé pintando números para poder descubrir que yo sólo era un 8 y tú buscabas un 10. Y así muchas veces más. Todas aquellas sinfonías solamente eran cantos de sirenas.

El caso es que perdí la partida porque manejé muy mal mis caballos y tus torres eran de adinerada. Yo no quise, jamás, usar para nada el dinero. Por eso dejé pasar el juego para apostar por una felicidad muy lejos de ti. Y sólo porque yo no era el chico que tú esperabas ni tú eras la chica que yo soñaba.

16. Hoy el destino del azar divino me ha sonreído y tengo un amor de 16. Por eso merecieron la pena tantas derrotas consecutivas para poder alcanzar, por fin, todos mis anhelos. Esfuerzos para sobrevivir y sueños conquistados.

22 comentarios sobre “Yo no era el chico que tú esperabas.”

  1. Mi abuela materna: Los mejores que yo conozco porque son los que tenéis la Fe pero no ciega sino con los ojos bien abiertos. Por eso repito que más de una se hubiese arrepentido de haberlo sabido…

  2. Mi abuela materna: por eso… por eso… porque siempre eres el chaval de los 18 que se formó y se forjó a los 17. la que te quiera entender que te entienda y la que no te quiera entender que te olvide para siempre. La vida es así: “cum laude”.

  3. Mi abuela: destacado, muy destacado y excepcional. Yo, que para eso soy tu abuela, te doy la puntuación de excepcional. Quien se ofenda por ello es que ni te concoe a ti ni mucho menos me conoce a mí. Que pases buen día.

  4. Mi abuela materna: Yo también sé interpretar. Tú eras quien eras y al ser quien eras no podías ser quien querían que fueses. En el sentido exacto del texto, ser quien eres es mucho más de lo que quieren que seas. O sea, que ser o no ser no es ningún problema como dijo Shakespeare sino una forma de existir. Ser o no ser no es tu lema ni el mío. Existir o no existir es mucho más completo. Y en ese existir tú no eras quien querían que fueses sino quien eras y sigues siendo. ¿Qué te ha parecido mi análisis?

  5. La insuperable, abuelita. La que con una sola mirada arrasó con todo menos con el Amor. Estaba escrito, abuelita, estaba escrito dentro de mi alma. Yo es que tengo claro una huella indeleble desde mis 7 años de edad: una cosa es que me toquen en el corazón y otro cosa muy distinta es que se adentren en mi alma. Ella se atrevió a entrar en mi alma y las demás no se esforzaron en entrar más allá de la puerta de mi epidermis. ¿Sabes de quién hablo?

  6. “Caminum” abuelita, quise decir “caminum”. Ya sabes: lo del burro tirando del carro y los del carro tirando del burro. Un poco de sonrisas son buenas. Eso del burro delante para que el carro no se espante es buena cosa. Lo peor sería que el burro se dedicara a lanzar coces. En ese sentido lo mejor para nuestra salud es que el burro vaya detrás. No solo por cortesía y buenos modales sino por salvar la vida.

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