Un “finde” serrano (Primera Parte)

Este pasado fin de semana, como hago todos los años antes de ir a pasar unos días a alguna de las playas del Mediterráneo, me he unido a un grupo de amigos de varias nacionalidades (españoles, nicaragüenses, ecuatorianos, ucranianos y uruguayos) para tomar contacto con la Sierra. Nuestro propósito es aprovechar el sábado para excursionar por los alrededores del Valle Perdido de Murcia y acampar en la Cresta del Gallo para después, el domingo, hacer la caminata por la sierra en dirección este hacia la finca de La Almazara (de nuestros amigos uruguayos Mario y Josefina) donde estamos invitados a una chorizada “a lo uruguayo” y tendremos tiempo de bañarnos en la piscina y pasar una agradable tarde-noche de tertulia. Y así, a las 6 de la mañana del sábado salimos todos hacia el Valle Perdido.

El Valle Perdido es un Parque Natural situado a escasos kilómetros de distancia de la ciudad de Murcia. Un pequeño enclave que es todo un cúmulo de historia humana y hoy en día un agradable lugar de esparcimiento y disfrute. Este Valle es un portentoso Mirador de la Zona de la Huerta y testigo inmemorial de un devenir histórico y social que arranca desde las primeras poblaciones prehistóricas. Aquí habitaron pueblos argáricos, ibéricos, romanos, visigodos y árabes. Se puede llegar aquí a través de dos rutas distintas: dirección Murcia- Cartagena (con desvío en La Alberca) o dirección Murcia-Algezares (por el Santuario de la Fuensanta). Hemos decidido escoger la segunda de estas rutas y ahora estamos, al llegar al Valle Perdido, en las primeras estribaciones de la Sierra de Carrascoy, hoy un parque periurbano de Murcia con un total de 1.200 hectáreas.

Tenemos sed mientras caminamos por las pequeñas alturas de este paraje abrupto lleno de pendientes rocosas. Cuando llegamos al Relojero, a 600 metros de altitud sobre el nivel del mar, hacemos un descanso para tomar un refrescante desayuno acompañado de zumos de naranja y de limón. Es hora de observar la naturaleza circundante: pinares… muchos pinos carrascos, alternados con palmitos, lentiscos, carrascas, bayones y unas excelentes matas de madreselvas y zarzaparrillas en las umbrías. Cuando pasamos por las partes más soleadas nos rodeamos de pequeñas plantaciones de espartos, tomillos, romeros, sillarillas y albaidas. En las ramblas nos acogemos a las sombras de los olmos.

Por estos parajes abunda una gran variedad de aves (estorninos, herrerillos, capuchinos, piquifuertes, verdecillos, currucas, pitos reales…) y por el suelo se descubren los rastros de numerosas rapaces como ratoneros comunes. Hay aquí gran cantidad de perdices, codornices, conejos, abejarucos, cogujadas y una variedad de zorro muy común en la sierra murciana.

El caso es que, rodeados de múltiples mariposas, bajo el ruido sigiloso de sapos comunes, lagartijas ibéricas y lagartos ocelados, llegamos al pueblo de Beniaján, nombre que tiene dividida a la población en cuanto a su significado. Para unos quiere decir “Hijos de Hassan” (no poseen argumentos sólidos para demostrarlo) y para otros (los más y mejor documentados) significa “Hijos de los amasadores” (porque aquí en épocas árabes había muchas fábricas de amasar el yeso). En Beniaján hemos parado a almorzar y después hemos visitado la Ermita de Villanueva, el Ecomuseo de El Bojal, el Palacete Árabe (que está en la misma estación de ferrocarril) y el yacimiento arqueológico Puntarrón Chico. Aquí nos hemos dado un hartazgo de aprendizaje sobre la cultura de El Argar, pues en este yacimiento se encuentran numerosas muestras, del año 1.700 al 1.500 a. C. de cuchillos de sílex, punzones de hueso, brazaletes, sortijas, alabardas usadas por tribus que vivían en cuevas de los alrededores… y hasta muestras de enterramientos en tinajas (cistas) que eran modos y costumbres de enterrar a los muertos en la época de El Argar. Además también hemos podido contemplar objetos fenicios, griegos y de la época romana. Y así, después de llenarnos de historia y de civilizaciones antiguas (hemos visitado también el Templo de San José del siglo XVI) nos encaminamos hacia la Cresta del Gallo, donde vamos a acampar la noche del sábado.

La Cresta del Gallo es una amplia explanada en medio de frondosos pinares y rodeada de rocas rojizas, donde los murcianos vienen especialmente a realizar el riesgoso deporte de la escalada. Hay aquí un camping donde tenemos reservado nuestro respectivo lugar para pasar la noche. Hemos conocido a otros grupos de personas que, dispuestas a intercambiar ideas y conversaciones, nos han ayudado a amenizar la noche en medio de sonidos de guitarra, cantos poéticos y de nostalgia y, sobre todo, una excepcional armonía entre todos nosotros. Mañana, domingo, nos vamos hacia la finca de Mario y Josefina, nominada La Almazara, en pleno Puerto del Garruchal. Pero antes de partir mañana hemos determinado que celebraremos un partido mixto (hombres y mujeres mezclados en equidad de género) en uno de los campos de fútbol que la Comunidad Murciana tiene instalados en estos lugares. Dormimos para recuperar fuerzas pensando en el encuentro deportivo que nos espera y en la larga marcha que tendremos que realizar hasta llegar al Puerto.

Antes de dormir me paso un largo rato charlando con mi nuevo amigo peruano (Luis Nájera) que acabo de conocer en la Cresta del Gallo. Él me ha regalado un libro de César Vallejo (Poemas humanos) y ya en soledad comienzo a leer uno de sus famosos versos: “¿Quién no tiene su vestido azul?. ¿Quién no almuerza y no toma el tranvía con su cigarrillo encendido y su dolor de bolsillo?. !Yo que tan sólo he nacido!. !Yo que tan sólo he nacido!”… y sigo leyendo lentamente el poema hasta que quedo profundamente dormido…

6 comentarios sobre “Un “finde” serrano (Primera Parte)”

  1. Caminando, cresteando, soñando contigo por el valle perdido de la infancia. Diesel, mago, tienes la capacidad de teletransportarme con tus relatos.

    Un abrazo

  2. Que hermoso viaje! increible esa manera tan grafica y especial de transmitir y transportar… excelente,
    y que mejor final que el de los Poemas Humanos ¿?

    Cesar aun hoy revive.

    saludos, Celeste.-

  3. !Hola, Only!. Eres un tipo cordial y de esas personas agradables que conoces por los caminos “internautas” de esta patria llamada Vorem. Gracias por tus palabras de aliento. Te quiero contar, de paso, que si todo sale bien dentro de un mes voy a visitar Mallorca y, por supuesto, voy a hacer caso de tus recomendaciones y visitar los lugares que me indicas tú, que tan bien conoces esa hermosa isla. Por supuesto que tendré un tiempo para ir a conocer la tumba del poeta inglés en Deiá (si, efectivamente, es Deiá y no Calviá en dónde se encuentra) y también visitaré la churrería heladería mallorquina que me indicas. !Va por ti, Only, y por tu agradable camaradería!. No dejes de exponer en Vorem tus preciosos textos. Un abrazo, Only…

  4. !Cuánto te recuerdo, Celeste, queria amiga del Uruguay!. Todavía sigo hablando a mis amistades de ti y sigo deleitándome con tus interesantes escritos voremistas. Bien, Celeste… nunca dejes de sentirte voremia. Un beso voremio desde la distancia y desde el corazón.

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