Un hombre llamado Sade (I): orígenes protogenésicos

Es tremendamente complicado analizar con equilibrio mesurado la figura humana de Donatien Alpgonse Francois, conocido mo Marqués de Sade, cuya obra (muy censurada durante largos años) más allá de ser considerada como la teoría y la ilustración del sadismo (que por cierto no lo incorporó por primera vez a la literatura él sino un tal Sacher Manech) fue recuperado por los surrealistas (especialmente Apollinaire) que lo nombraron “santo patrón” y el ente más libre que jamás haya existido, para valorarle como ´símbolo de la rebelión del hombre contra la sociedad y el Creador. La vida de Sade hay que analizarla bajo aspectos psicológicos, sociológicos, antropológicos y escatológicos. Pero Sade es un escritor que levanta legiones de detractores opositores y legiones de seguidores. No hay término medio con él.

Para analizarle con equilibrio es necesario ubicarle en el contexto histórico y social de su época y, sobre todo, en el ámbito de la vida privada que le tocó experimentar (la vida que llevó). Desde ahí, hasta la actualidad, ha habido de todo (desde quienes le llaman pervertido total hasta quienes le ensalzan por su falta de hipocresía).

Es necesario arrancar, por consiguiente, del origen protogenésico que es, para mí, el escritor y predicador religioso Jacques Bossuet (1627-1704) quien procedía de la alta burguesía parlamentaria de Dijon y quien con su desbordante enrgía (junto con el cardenal Richelieu) transformó radicalmente Francia. Sus sermones tenían más de literatura que de religión y se introdujeron pronto entre los intelectuales de su ´poca. Bossuet atacaba a los protestantes, a los seguidores del quietismo religioso (que defendían la total pasividad del alma), a los libertinos de salones y teatros y a quienes se conducían con un corazón devorado por las falsas seducciones de la inmoralidad y de las aventuras amorosas. El caso es que había toda una pléyade, en la ´poca de Bossuet, de criticones y chismosos cortesanos que se desahogaban atacando el éxito personal y semiclandestino de quienes hacían en público lo mismo que ellos hacían en privado. Estoy hablando de la nobleza y de la alta burguesía del XVII francés.

Es la época de las “Memorias” del cardenal De Retz, de las “Memorias” de Louis de Saint-Simon (ek duque historiador y político al que no hay que confundir con Claude de Saint-Simon, el conde filósofo y economista) y de las “Historias amorosas de las Galias” (de Roger de Rabutin), que levantaron muchas polémicas al hacerse públicas. Se puede decir que a mediados del XVII se estaba repitiendo en Francia la época del “Satiricón” de petronio (quien decidió morir abriéndose las venas): amores clandestinos de Luis XIV con la señorita De Villiéres, las desverguenzas de Madamme D’Olonne, las intrigas de los Condé (a cuya familia pertenecía la madre de Sade) y la gran danza de las lujurias purpúreas en los rincones del louvre y de Versalles. Se quemaron entonces muchísimos documentos comprometedroes.

Y entonces aparecen las “Cartas” de Madame de Sevigné (marquesa cortesana) donde se refleja el impúdico estado en que vive la alta clase social y la nobleza; y aparece tambiémn el pesimismo del duque de La Rochefoucauld en sus “Reflexiones o sentencias y máximas morales” (1678) sobre un mundo en descomposición donde todos los sentimientos son siempre interesados. Se está gestionando, por tanto, el germen de la secesión entre las clases bajas y las clases altas. Así que aparece también Jean de La Bruyére con “Los caracteres” (1696) donde se describe y se critica la época con un estilo elíptico y sincrético. La Bruyére no es un filósofo y escritor que profundice en las causas primeras (como olos clásicos griegos) sino que ve y observa la superficie humana: las pasiones y los vicios. Y, por otro lado (algo muy importante de la vida cultural de Sade) aparecen el gran teatro de la comedia burlesca y el drama sicológico de Moliére (con su “Tartufo”) y el gran teatro de las grandes pasiones de Racine (con su “Fedra”).

Surge, pues, la lucha entre los que preconizan la “buena educación” para impedir que se manifiesten ciertas cosas en público (lo que frenó a un gran número de obras con ideas subversivas) y los “modernos” aperturistas como la Motte-Fouqué, un barón de origen alemán que tuvo fuerte influencia, junto con Chemisso y Wagner) en la mente infantil y juvenil de Sade. Es entonces cuando muere Luis XIV (1715).

Un comentario sobre “Un hombre llamado Sade (I): orígenes protogenésicos”

  1. Estimado Diesel:
    Gracias por sugerir más ideas a este tema profundo. La evolución del concepto de moral, o equilibrio en las costumbres, forma parte de la imposición qu ejerce el Poder. El descubrimiento de los placeres es una materia GRIEGA. El desasosiego ante la culpa es una de las grandes creaciones de la ideología de la iglesia católica en occidente y del corpues de leyes, creadas por imposición en lo social. En una visión filosófica amplia de los “marginalia” (los que actúan al margen) siempre aparece una riqueza extraordinaria de la que Freud se alimentó. No es creativo un ser que no posee un extremo en la sombra y otro en el Colectivo. Sade da un juego extraordinario fuera de todo excenario del exceso: es un escritor que maneja un estilo literario y una temática que él domina y “experimenta”. Creo que muchos textos que se escriben en Vorem…se encuentran en la experiencia profundq del desamor o el desasosiego de “sí”. Pediría que se incluyera una posibilidad de entrar en un tipo de discursión más amplia, tal y como estamos haciendo ahora.
    Felicidades por el marco cultural ta apropiado en el que situas tu escrito. ¡¡¡Es una urgente necesidad de cultura!!!

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