Cuando de corazones se trata -nosotros, los de entonces, los que quedamos- sentimos como esa fibra sedienta y desobediente que es nuestro más intimo órgano, rey de cuerpos, rey de memorias y de totalidades late con más y más fuerza, con empuje con empeño, a veces, y con zozobra, con lástima, otras…
ayy corazón mío! …que has hecho de mí, corazón mio, que has hecho con él, sin él, conmigo, otra vez… espectante de un futuro que promete, pero no cumple, de un mañana que viene pero no llega.
Corazones del mundo, desde mi mas honda puerilidad -como siempre- inocencia pacífica y armoniosa, corazones del mundo crezcan, inspírense…hablen -sin palabras, con miradas, escurriéndose…- háganlo por mí, por favor.
Saludos Celeste:
Es cierto que el dolor de los sentimientos hace que el corazón llore. Son lágrimas con sentido, con la suficiente realidad que todo dolor es como un inmenso océano. Preciosa la intensidad de tu texto.