Una carta para Evita

En algunos momentos vienen a mí los recuerdos de aquellos días, cuando compartíamos penas, alegrías, temores e ilusiones. Lejos se fueron. Tu marcha silenciosa hizo que en mi interior quedara un vacío difícil de llenar. Hoy superado por otras emociones, otros sueños, en los que he puesto todo mi sentir.

Fue difícil al principio asumir tu “ausencia”. Costaba abrir mi ventana y no verte, eras cómo la brisa fresca. Cómo la pared en la que plasmaba mi sentir. Todavía queda en mi interior una tenue emoción al recordarte. Fueron muchas cosas para poder olvidarlas. No concibo, no entiendo, no quiero esperar cartas que sé que no llegaran, ni llamadas telefónicas para decir tan solo…”Hola, cómo te va….muy bien, me alegro mucho ¿Y Tú, que tal?..¿Yo?..De maravilla”
Siempre serán las mismas palabras, distantes y comprometidas. Dirás que esa es la mejor forma de no perder el contacto. Sí, lo sé.

Me quedo con el recuerdo de los buenos momentos que pasamos. Ya no abro mi ventana, no hay nadie al otro lado a quién saludar.

Respeto mucho tu decisión. Me alegraré de que ello sea motivo de tu felicidad.

Atte.
YO

6 comentarios sobre “Una carta para Evita”

  1. Linda carta, Wersi… porque tiene sentimiento y sensación de ser sincera. Sigue sescribiendo con gran armonía entre lo que sientes y los que quieres que el lector o la lectora sienta. Eso es, Wersi. Adelante.

  2. Ya no abro mi ventana, no hay nadie al otro lado a quién saludar, tristeza y certeza a la vez, hasta en el nombre Evita…hay seres y situaciones que conviene evitar, besos.

  3. Cuando un amigo se va, aunque sea a una localidad diferente, a un trabajo diferente en caso de ser compañeros (no necesariamente al Más Allá), se le añora. La costumbre suaviza la ausencia, que vuelve sin embargo en momentos puntuales. Ánimo, Wersemei, no nos acostumbramos a las pérdidas.
    Besos.

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