El pasado lunes, 16 de julio de 2007, hizo exactamente 100 años que nació en el barrio neoyorkino de Brooklyn, al Oeste de Long Island, una niña llamada Ruby Catherine Stevens quien, poco después, al llegar a la juventud, pasó a ser conocida en el mundo del cine como Barbara Stanwyck. Barbara Stanwyck pronto se convirtió en uno de los pilares femeninos del famoso Hollywood y en los años 30 del pasado siglo XX formó, junto con Bette Davis (un año más joven que ella) y Joan Crawford (dos años mayor que ella) el trío de divas cinematográficas más importante de la década.
Ruby Stevens (o mejor dicho Barbara Stanwyck) ha pasado a la historia del cine como un prototipo singular de las llamadas “mujeres fatales” de la pantalla grande. La también conocida como “perdición rubia” se paseó por la vida como una gata por el lado salvaje de la misma.
Después de una infancia muy difícil (como sucedió con muchas grandes del séptimo arte de su época) con una madre que murió siendo ella muy niña y un padre que no pudo o no quiso cuidar bien de ella, comenzó siendo telefonista ganando 14 dólares al día, pero eso de recoger llamadas no le convenció para nada y pronto se dedicó al oficio de corista de vodevil (fue cuando se inició con su nombre artístico de Barbara Stanwyck) y rápidamente su gran talento natural la lanzó al mundo interpretativo iniciándose en el gran centro mundial del teatro: la gran arteria que atraviesa el Manhattan de Nueva York y que se llama Broadway.
Trabajar junto a grandes directores cinematográficos (como Frank Capra, Billy Wilder y Preston Sturges entre otros) le supuso triunfar inmediatamente en el séptimo arte y durante dos décadas se convirtió en la reina de las colinas de Griffith Park y en uno de los pilares (como ya dije anteriormente) del Hollywood dorado, aquel que convirtió a sus estrellas en referente obligado de la sociedad.
Nunca tuvo Barbara Stanwyck ni la dulzura de Ingrid Bergman ni la belleza de Ava Gardner… pero sí un gran talento interpretativo y. sobre todo, un extraordinario carisma personal que la convirtió en paradigma de mujer fatal, provocativa e implacable.
Los grandes cinéfilos de la historia del cine universal nunca olvidarán a esta Ruby Stevens y sus extraordinarias interpretaciones en “Baby Face”, “Cásate y verás”, “Stella Dallas”, “Unión Pacífico”, “Bola de fuego”, “Las tres noches de Eva”, “Perdición”, “Voces de muerte”, “El único testigo” y “La gata negra” entre otras muchas más. A Barbara Stanwyck le correspondió el curioso honor de haber sido la primera mujer que interpretó un papel de lesbiana en la historia del cine (precisamente fue en “La gata negra” de 1962 dirigida por Edward Dmytrick).
Curiosamente también, su encasillamiento como “mujer fatal” ambiciosa, sin escrúpulos e hipnotizadora de hombres que sólo eran juguetes en sus manos, se transformaba cuando actuaba en comedias donde solía interpretar papeles de chica bondadosa (como sucedió en “Bola de fuego” y en “la amargura del general Yan”). Barbara Stanwyck estuvo mucho tiempo en el cine y acabó su carrera interpretativa en la serie televisiva de “El pájaro espino” (1983) cuando ya contaba con 76 años de edad.
A pesar de sus grandes éxitos y de todo su carisma personal nunca caló en el corazón de los que dirigían la Academia y aunque fue 4 veces nominada para el Oscar nunca lo consiguió. Arrepentidos los señores de la Academia por tal injusticia, buscando un mal remiendo muy típico de los que sufren remordimientos de conciencia (al igual que sucedió con Martin Scorsese) Barbara Stanwyck recibió un Oscar honorífico en 1981 “por su contribución única al arte de la interpretación del cine”.
La niña Ruby Catherine Stevens que había nacido el 16 de julio en el barrio neoyorkino de Brooklyn (Barbara Stanwyck desde su juventud) murió en 1990 en la ciudad californiana de Santa Mónica, junto al Océano Pacífico. Un año antes (1989) había muerto Bette Davis y algo antes (1977) había fallecido Joan Crawford.
Barbara Stanwyck murió en 1990 pero la Historia del Cine ya la ha hecho inmortal y los grandes cinéfilos del mundo nunca la olvidarán.
Una seguidora del Vorem me pregunta si Barbara Stanwyck se casó alguna vez. Efectivamente. Así fue. Tuvo dos matrimonios. La primera vez se casó con el conflictivo actor Frank Fay (quien estaba obsesionado con hacerla actriz a toda costa desde que la conoció en Broadway). Se divorciaron en 1936. En 1939 se volvió a casar, por segunda vez, ahora con el actor Robert Taylor (nuevo divorcio en 1950). No se volvió a casar nunca más pero vivió ligada sentimentalmente durante el resto de su vida al actor William Holden. Espero haber satisfecho la curiosidad de mi amiga voremia. Y no. Barbara Stanwyck hizo un papel de lesbiana en “La gata negra” pero ella no era lesbiana.
Siempre compartiendo las cosas que te interesan y que interesan, gracias Diesel, un abrazo