Es domingo. En día de fiesta todo el vecindario se moviliza. El popular “Juan Champús”, producto natural del mestizaje, hace una reunion de familia. La mujer con blusa coloreada le enseña la foto del recuerdo. ¡Retrato de familia! Mientras tanto, un vecino endomingado se cruza con una pareja del vecindario. Se saludan. La mujer del encaje observa desde su balcón. Su hijo va para músico y comienza a tocar el piano. El reposo del anciano abuelo le sirve de inspiración.
La mujer del encaje deja sus labores. Está embelesada con “El Vals del Minuto” de Chopin, que su hijo hace desgranar de las teclas del piano mientras el anciano abuelo, despertando, se queda con el pensamiento anclado en ese minuto en que la vida se recuerda como una foto del recuerdo.
Se ve a sí mismo llevando de la mano a su nieto preferido. La pareja del vecindario, el joven y la jovencita más enamorados de todos los vecinos, miran hacia arriba. En el balcón hay una maceta de geranios rojos. El vecino endomingado tiene prisa por llegar a su destino. ¿Quién sabe qué buscará al doblar la esquina?
“Juan Champús” sigue observando, fijamente, el retrato de familia. Es como si todo el vecindario se hubiese puesto a escuchar al que va para músico. En medio del domingo el anciano sigue pensando en aquellos otros tiempos, cuando los vecinos no eran solamente pasajeros de circunstancias en el tren de la vida, sino algo más que se queda en su mente como la foto del recuerdo. Y recuerda…
La mujer del encaje vuelve a su labor, ahora con más atención al reloj… porque parece como si el tiempo se hubiese detenido en ese “Vals del Minuto” que es lo que ha entrado en el pensamiento del anciano; mientras el vecino endomingado da la vuelta a la esquina y se pierde en quien sabe que búsqueda. A la pareja no le interesa otra cosa sino darse un beso de enamorados debajo del balcón donde la mujer del encaje los observa, ahora, sin disimulo alguno. No les importa, ni a él ni a ella, que mañana lo sepan todos los vecinos.
Hora de domingo. Cualquier hora de domingo es similar así que no importa expresar a cual de dichas horas me refiero. Supongamos que son las 10 de la mañana, cuando ya todos los vecinos se han peinado lo suficientemente como para verse “guapos” y “guapas” y que el desayuno les ha despertado el hambre de sobrevivir. Alguien estará preguntándose por qué la mujer lleva blusa coloreada. Quizás es porque es domingo y hay que vestirse de fiesta. “El Vals del Minuto”. Es importante saberlo para entender por qué gira todo en torno a quien va para músico. En cuanto a la interrogante de hacia donde se dirige el vecino endomingado puedo dejar la incógnita en el aire porque se ha perdido de vista. Quizás hasta vaya a perder también la cartera y ya sabemos por qué. “Juan Champús” es un epicentro y la mujer del encaje es la “paloma” mensajera. El final es lo que quiero interpretar como resumen: las habladurías de los vecinos cuando, al día siguiente, haya pasado la fiesta y llegue la hora de hablar mal de una pareja cualquiera, joven él y jovencita ella, que se besan porque desean montar en el tren de la vida. La maceta de los geranios rojos es el símbolo de la primavera. Asi que es un domingo del mes de mayo. Aclarado estos asuntos en un próximo comentario seguiré explicando mi interpretación a lo Chopin…
Interpreto la acción de “Juan Champús”. Observar los retratos de familia siempre nos induce a situarnos en un punto concreto de nuestras experiencias. Ser parte importante del grupo. Ser parte importante de nosotros. Ser parte importante del universo vecinal. El descanso del anciano es siempre un despertar de las ilusiones porque… ¿qué sueñan los ancianos cuando descansan? Supongo que la ilusión de verse liberado de otros tiempos para vivir un tiempo mejor. Sin embargo, en este caso, el tiempo pasado es más que una decepción porque para el anciano que descansa en mi texto es un recuerdo de benigna existencia. Cuando no era sólo un pasajero anónimo sino todo un pasajero de primera clase. Posiblemente siga siéndolo en sus sueños. Por eso recuerda mientras la mujer del encaje borda cenefas que adornan la escena de sus ilusiones: el que va para músico es su hijo. Por eso obvserva tras los visillos la acción del beso de los enamorados. Mañana lo van a conversar en las tertulias de los cafés. Pero un beso robado al domingo dura toda la semana. El próximo domingo se repite la misma escena. En el pensamiento de todos los vecinos quedan siempre las fotografías para poder recordar. Fin de mi interpretación a lo Chopin. Espero que alguien lo interprete a los Schumann que es mucho más romántico.