Temía al pasado,
hasta que comprendí
que no podía herirme más.
El amor ahuyenta
el miedo y, recíprocamente
el miedo ahuyenta al amor.
Y no sólo al amor
el miedo expulsa;
también a la inteligencia,
la bondad,
todo pensamiento
de belleza y verdad,
y sólo queda la desesperación muda;
y al final,
el miedo llega a expulsar del alma
la humanidad misma.
Temía a la muerte,
hasta que aprendí que no es el final,
sino más bien el comienzo…..
La falta de miedo nos hace medir con más plenitud la energía de nuestras vidas. Que tenemos que morir es un hecho irrebatbile pero mientras tanto lo que nos interesa saber es qué hacer con nuestras vidas. Desde luego el miedo nos inhabilita a saberlo. Sin miedo, Morgana, adelante… y un beso de compañero voremista.