Dice el villancico popular: “pero mira como beben los peces en el río..” Es extraordinario el hecho de que un pez no se ahogue. Y de este supuesto koan japonés salto a uno de los grandes dilemas de la historia…si llegamos a alcanzar el don de la palabra ¿por qué la destrozamos como si su valor no existiera? El río del hablar, del decir, del comentar, de dar cuentas…parece sumir a los peces en un inmenso y protector chaleco salvavidas. acabo de apagar el televisor ante la inmensa y portentosa utilización de la palabra en beneficío de un inmenso “besugo”. ¡Él!