Virgilio, ese gran fabulador que creó al héroe perfecto para satisfacer a su emperador, yace en su regazo con Eneas naufragando cerca de Cartago. Bello y feroz guerrero. Un héroe perfecto, casi humano, casi Dios. Con los ojos llorosos, le cuesta leer. Señala con un dedo, para no perder la línea. Sumergida en la tormenta que vapulea las naves del héroe, no repara que fuera las nubes oscurecen el día.
_¡ Mira mamá!_ grita Katia. Tiene casi cinco años. Ríe como si el mundo le perteneciera y estuviera plagado de tesoros. Agita un trozo de papel delante de su madre.
_¿ Qué has dibujado, cariño?
_ Un sol.
_Ahhh_ algo enorme, semejante a un sol y con rayos deformes ocupa toda la cartulina. Un amarillo espantoso casi la deja ciega._ Es precioso. ¿Pero para qué quieres un sol?_ la ternura inunda sus ojos.
Katia la mira incrédula. Menea la dorada cabecita ante la ignorancia de su madre. Apretando el dibujo contra el pecho, señala los geranios que están en la ventana.
_Es para las flores.
Se acerca con gracia y rapidez hacia los maceteros.
_¿ Veis que bonito sol?_ canturrea mientras sus manitas van poniendo el dibujo delante de cada geranio. Raquel sonríe._ Hoy no pasareis frío.
_ ¿Tú crees que mi sol les calentará, mamá?_ pregunta con esa inocencia todavía limpia e incorrupta.
_Claro que sí, es tan grande y brillante que les dará mucho calor.
Con dulzura se inclina sobre los geranios y canturrea. Los geranios brillan. Katia sigue cantando. Rebosa energía por los cuatro costados. En su mundo los geranios viven con un sol de cartulina.
_¡ Mamá, tengo hambre!_ grita alegre. Y guarda el dibujo celosamente entre sus cosas.
_Les he dicho a las flores, que el señor sol se ha ido de viaje, pero que yo cuidaré de ellas_ luego bajando la voz y tapándose la boquita susurra:
Es para que no tengan miedo.
Más tarde ambas, dibujan un cielo con estrellas y una luna gigante.
Las estrellas y la luna, también se han ido de viaje _ murmura Katia muy bajito, mientras deja la cartulina colgada con una pinza frente a los geranios dormidos.
Hace horas que Virgilio yace olvidado en el sillón. Raquel besa las pestañas de Katia. Eneas en vaqueros y camiseta, ronca sonoramente frente al televisor.