Soy curioso por naturaleza. Lo humano es una circunstancia plagada de necesidades y una de ellas se desarrolla intensamente: saber quién es el otro, la otro…saber quiénes son los demás. Un rostro es la totalidad de loq ue alguien representa. Unas manos, también…pero ¿un texto? Aquí reside la inmensa versatilidad de estar en Vorem: nadie es nadie, y todos somos “palabras en pantalla”. Incluso la memoria de Vorem recoge nuestras huellas y nuestros textos son guardados. No llegamos a desaparecer y Voren apuesta por una “pequeña inmortalidad”. Pudiéramos estar entremezclados diferentes caracteres, diferentes posicionamientos ante la vida, diferentes diferencias. La búsqueda de la identidad, ese tema tan profundo, de nos escapa en el “síndrome de la anguila literaria”. Sólo llegamos a tocar la levedad dequienes participamos en este espacio virtual de libertad.
Curiosamente…me recuerda, levemente, al relato de un autor inglés, donde los diálogos de los protagonistas transcurren en una dimensión incorpórea. Nadie es sino su palabra, sus rasgos literarios, su caligrafía informática.
Si esa invitación a la literatura alcazara un final…propondría como título: La dimensión incorpórea. ¡quizá no se adecúe a la marcha del esquema general, pero…tiene una sonoridad muy interesante!