Virus 3ª parte

En primer lugar quería pedir disculpas por el retraso que he tenido con la entrega de esta tercera parte, y en segundo lugar desearos que la disfruteis como las otras dos. Un saludo enorme a todos los voreros

Era ya demasiada coincidencia, no estaba ante una persona que se aburriera, estaba ante un verdadero asesino, era capaz de entrar en las casas sin el menor ruido y matar a sus víctimas a sangre fría, y al parecer disfrutaba con ello.
En ese momento un centenar de sensaciones recorrieron mi espalda hasta llegar a la cabeza, la primera fue miedo, le estaba viendo la cara al pánico, detallado en forma de correos electrónicos y noticias en el periódico. Las preguntas se amontonaban en mi cerebro y no tenía respuesta para ninguna de ellas:

“¿Por qué? ¿Quién? ¿Cuándo pasará?” Tenía que hacer algo, pensé en esperarlo, plantarle cara y que el destino decidiera, lógicamente esa hipótesis la descarté enseguida. No podría enfrentarme a alguien que por lo menos ya ha matado a dos personas, no estaba preparado y además el jugaba con todo a su favor. Otra opción sería acercarme a la Policía pero era arriesgado, pensarían que soy yo el psicópata o que estoy loco y que lo único que quiero es protagonismo. En ese mismo instante me di cuenta que era viernes y que el piso se quedaba solo durante todo el fin de semana, hasta el lunes ya no vendría nadie al piso, y ya entonces, sería demasiado tarde. Estaba sólo ante él y la idea me agradaba más bien poco.
Pagué el desayuno y fui corriendo al piso, tenía que encontrar el modo de identificarlo de saber quién era, o, por lo menos, de conocer qué datos tenía de mí.
Encendí presto el ordenador y mientras conseguía conexión me encendí otro cigarro, esa mañana estaba fumando el doble que el resto de días, y apenas sin darme cuenta. Una vez en la red, abrí el mail recibido con las fotos de las chicas y en ese momento me sonó el aviso de correo electrónico entrante, un mensaje de una página de contactos por internet en el que me mostraban las chicas que se acababan de inscribir. Yo llevaba apuntado un año y medio, más o menos. En ese tiempo conocí a algunas chicas, unas eran realmente agradables y tenían casi todo lo que yo buscaba en alguien. Otras eran chicas que, al igual que la mayoría de los chicos que estaban allí apuntados, buscaban sexo sin complicaciones. Conocí de los dos tipos pero ninguna de ellas consiguió sacarme del mundo en el que me encontraba: “Solo estoy mejor” pensaba aunque sabía que no era cierto.
Pensé que las dos chicas podían estar inscritas también en una de estas páginas, ya que en ninguna de las noticias del periódico hablaban de un novio o pareja estable. Empecé a introducir criterios de búsqueda para adecuarlos a las dos chicas, y en efecto; las dos aparecían allí, ninguna de ellas salía en las fotos que yo tenía en mi poder, por lo que pensé que ya conocían al asesino. En ese mismo momento comprendí que tuve que hablar con él de alguna manera tiempo atrás. Pero no recordaba ningún chico que se hubiera puesto en contacto conmigo y menos de la misma provincia; o mintió en la localidad o se hizo pasar por chica, eran las dos opciones más coherentes. Mientras buceaba en la página buscando al posible asesino me sonó el móvil, de nuevo llamada oculta, ya sabía quién era:
-¿Sí? – dije intentando que no se me notaran el miedo y los nervios.
– ¿Qué tal estás? Has visto los periódicos me han dado primera página, aunque una pena que no me hayan puesto un alias, que decepción, pero bueno creo que con el próximo empezarán a tomarme en serio. El virus cada vez te tiene más contaminado, internauta.
-¿Por qué yo? Has elegido a tres chicas, ¿soy el único chico?
– Tú también tienes algo en común con ellas y por lo que veo ya lo sabes, pero tranquilo no eres el único chico, hay mucha gente que debe salvar su alma.
– ¿Salvar su alma? Estás loco tío, no puedes ir por ahí matando a la gente, se te ha ido la cabeza – mi tono dejaba cada vez más de lado el miedo para convertirse en ira, en impotencia.
– Puedo ir por ahí, ¿o acaso no ves que todavía no me han cogido? – Su voz seguía impasible con el mismo tono sereno en el que empezó la conversación – De hecho esta noche caerá la tercera chica la que tienes en ese mail ya sabes, el que te envié. Intenta avisarla pero no os libraréis, ni ella ni tú.
Y ahí terminó la conversación. Me sentía frustrado, no sabía como reaccionar y cada vez estaba más nervioso. Me puse de nuevo el abrigo y salí a la calle, intuía que el me estaba observando, que conocía mi pequeña rutina diaria y que estando sólo, estaba en peligro. Me fui a un centro comercial cercano al piso, sabía que en un lugar público él no actuaría y me daría tiempo para pensar.
El mediodía se tornaba frío y el centro comercial acomodaba a una amalgama de turistas, curiosos y posibles compradores compulsivos, dentro ya llevaban tiempo preparando las navidades. “Cada vez empiezan antes” pensé seguramente como la mayoría de los clientes. Me acerqué a la zona de la joyería, el guarda de seguridad y su revólver me transmitían bastante seguridad, estuve alrededor de dos horas en esa zona, mirando relojes, colgantes y casi todo lo que allí había expuesto, en ese momento hubiera comprado cualquier cosa con tal de seguir en aquella zona hasta que el estómago me dio la señal del hambre, no iba a salir de allí así que me acerqué a la cafetería y pedí un sándwich mientras trataba de planear una solución.
Pasé toda la tarde allí y al final por pura vergüenza compré un par de accesorios para el móvil y una revista de esas de coches que tanto me gustaban. Ya era de noche y era el momento de poner el plan en marcha. Volví al piso y puse el ordenador en marcha, me aseguré que la conexión a internet y el programa de correo electrónico estaban en marcha, cogí un saco de dormir, que guardé en el armario y que creía que nunca usaría, algo de comida, pasteles en su mayor parte, una radio a pilas y el neceser con algunos objetos de limpieza, “la noche va a ser muy larga” pensé sin riesgo a equivocarme.
Me procuré un aparcamiento para el coche en el que se viera la ventana de mi habitación pero lo suficientemente lejos como para que no se me viera, y esperé.
Alrededor de la una de la madrugada me llamó la atención un coche que se acercaba lentamente, me escondí y vi como aparcaba a pocos metros de mí. De éste se bajo un chico de unos veinticinco años, alto y bastante musculado, iba bastante bien vestido y no desentonaba con su coche que parecía caro, el chico se acompañaba de un bolso de mano. Miró alrededor y fue directo a mi portal con la suerte de tener la puerta del mismo entreabierta, desapareció dentro y sabía que era la señal:
– 061, ¿en que puedo ayudarle?
– Creo que alguien acaba de entrar en mi casa, no estoy muy seguro pero me quedaría más tranquilo si envían un coche patrulla – dije evidentemente nervioso.
– ¿Señor me facilita su dirección? En la mayor brevedad se presentará un coche patrulla.
– Si claro, calle Trajano nº 6 2º b, esperaré abajo, gracias.
Cuando todavía no había llegado la Policía observé que el chico de antes aparecía por el portal y me vio claramente, mi primera opción fue cerrar las puertas del coche y ponerlo en marcha, quería ganar tiempo, quería que lo pillaran ya pero sabía que no podrían hacer nada ya que estaba en la calle. Él me reconoció pronto, sabía cual era mi coche y quién era yo. Salí del aparcamiento y me puse frente a él, aceleré el motor como intentando avisar de una salida rápida, aunque el no hizo atisbo alguno de apartarse, me miraba fijamente desde el centro de la calle; cada vez se acercaba más y aceleré sin compasión, vi como se apartó y rápidamente abrió su coche y salió detrás mía.

Un comentario sobre “Virus 3ª parte”

  1. Sabes creo que esta muy bien logrado ese miedo de tener que cargar con una culpa de algo que pudistes evitar. Siguelo así, esta bastante bien, no era triologia? En fin, me alegro que siga adelante… ánimo.

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