“Las voces son fantasmas que desafinan tu memoria” (del poeta peruano Maurizio Medo). Pues bien, en ese espacio sonámbulo y hasta funambulesco en que nuestras voces se precipitan en el mundo de las expresiones existencialistas hay siempre una especie de profundo abismo a donde van a caer, escalonadas unas tras otras, las palabras y verbos que surgen de una voz profunda y cierta: nuestra conciencia hecha vida y transformada a través del mensaje humano.
Es en la memoria donde se refugia todo ese pasado acumulado de voces que un día dijeron que estábamos aquí, en este lugar siempre impreciso que es la vida de nuestros sueños. Quizás los fantasmas de los que habló Maurizio Medo en el inicio de su poema sean las verdaderas transfiguraciones en que se embarcan nuestras posiciones tal y como quedan latiendo ya en todos nuestros pasados y al final de nuestras vidas seamos sólo una memoria fantasmagórica desafinando en el futuro concierto-desconcierto de este transitar por las tierras literarias.
Emerger a la luz de la conciencia es siempre un esfuerzo humano para quedarnos ubicados en algún espacio determinado por los límites propios de nuestra voz… y todo lo demás… todo lo que queda ajeno a nosotros mismos… sean esos desafinados fantasmas de la memoria de los que habla el poeta.
Tal vez cuando no estemos, seamos capaces de captar como en un sueño esas voces ajenas a nosotros, o tal vez solo haga falta soñar profundamente, dejandonos llevar cada vez mas hasta que no nos reconozcamos, tal vez ess voces no son otra cosa que la voz de nuestro otro yo. Avisandonos de su existencia ignorada por nosotros, un beso muy fuerte a los dos y feliz año.