Fluyes a manera de tan grande ilusión que estás llegando a ser tanta claridad que ya ni se ve esta primavera entre los chopos. Ahí enfrente. Eres tú, con tu rostro de vida entera, la que despierta mis saber que estoy soñando…
Y llega tu alegría desde muy lejos del recuerdo cuando las gaviotas con vuelo olvidadizo en prematura floración de nubes se transforman… y entonces vivo sin darme cuenta; lejos de todo sueño que ilumine el agua y la danza de las imágenes en los espejos del mar.
Soy tu desnudo secreto, la mirada al viento en tus creencias de misterio e inocencias. Pero los años se unen en la balada de los girasoles. Ahí enfrente. Donde todo el amor vuela…
¿Y qué haremos ahora si están las alondras del alba cantando entre las razones de estos pinares?. Nada. No hagamos nada y que dance este latido de mayo en el cielo azul de la transparente respiración y, tal vez, entre las avenidas del camino el alumbramiento será vuelo de sal y de serrín por tanta cercanía como armonizada por la conjunción de la gracia y el oficio de ser dos silencios fugitivos.
Entra en mi cuerpo entero, amor, que está ya anocheciendo…
Filo de navaja, el rayo de inspiración. Corta las amarras y emprende el horizonte. Desangra las incertidumbres, deja al límite tu ser desdibujarse entre los planetas. ASciende. Ya estás ahí. Descendiente. Ya no querrás huir del tiempo. Concatenación de existencias, imposible de desentrañar sin vaciarle las vísceras al vuelo. Ya todo lo has hecho. El amor es una puerta. El muro de la noche habrás visto entre sueños. No esperes a que toquen a tu puerta… ya están aquí los que aún nos necesitan.