Y miró desde sus espaldas

— La Coherencia Infundada —
Continuamente me pongo a prueba y para ello he de desmontarme como una clásica máquina que ya no funciona y aparece alguien para abrirle las entrañas y ver como es por dentro; solo se ven los mecanismos pero no la forma. Quieren comprensión, pero ni yo sé como soy, no sé conocerme.

— El Psicoanalista –
Bien, continúe.

— La Coherencia Infundada —
Cuando llego a algún lugar me piden explicaciones y yo hablo y hablo sin parar. No pueden negarme, entonces es cuando deciden que no tengo ni principios, ni razón.

A veces me desmotivo, pero por inercia continúo hablando y no me va mal, de hecho me va bien.

— El Psicoanalista —
Verá, nos pasa lo mismo. Es muy común ese cuadro depresivo hoy en día. Ha de saber que por lo general se recomienda callar. Se está mucho más guapo, o guapa en su caso.
Si así no se arregla su problema debería revisar sus traumas, para ello rellene este formulario y trate de no juntarse consigo misma. Por cierto, ¿Tiene novio?

— La Coherencia Infundada —
¿Perdón?

— El Psicoanalista —
No me pida disculpas, ha sido un placer.

— La Coherencia Infundada —
Lo suyo es deformación profesional, no sé como puedo aguantarle.

— El Psicoanalista —
Después de tantos años uno se acostumbra a si mismo. A usted también le pasará, entonces comenzarán las dudas y tendrá la necesidad de venir a verme de nuevo.

— La Coherencia Infundada —
Verá, en realidad es usted quien ha venido a verme a mi. Debe estar muy solo.

— El Psicoanalista —
Yo también tengo necesidades. Hay muchas pacientes, pero yo soy demasiado impaciente. ¿Lo entiende? En ocasiones es mejor dejarse de rodeos e ir al granero.

— La Coherencia Infundada —
Creo que no soy quien esta buscando, usted necesita alguien a quien poder comprender.

— El Psicoanalista —
Bueno, pues permítame entonces que me vaya sin pagar. Debí buscar algo más caro.

— La Coherencia Infundada —
Si, no hacemos buena pareja. Que le vaya bien el día.

— El Psicoanalista —
Igualmientes.

— La Contradicción y La Consciencia —
Bueno, ¡qué!, ¿hay mus o no hay mus?

2 comentarios sobre “Y miró desde sus espaldas”

  1. Jajajaja. Gran juego de despropósitos, no demasiado alejados de la realidad. Porque la realidad actual a diario nos va superando en sorpresas que vienen de quien menos podría uno esperárselo.

    Al final ¿hubo o no hubo mus?

    Un saludo.

  2. El Psicoanalista se sentía solo y abrumado. La Coherencia Infundada era la huída esperanza de su angustia. Y al final creo que La Contradicción y La Consciencia han acudido solícitas a jugar la partida de mus de La Paradoja Existencial. El Psicoanalista necesita su propio psiconálisis. !Muy bueno tu texto compañero!.

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