Los laureles son de hojaldre,
y las tartas de frambuesa,
y tú eres quien siempre sale,
al balcón con tus propuestas.
Los corceles son de mimbre,
y los piratas con parche,
y tú haces sonar el timbre,
y en mi voz poner remaches.
Los corazones son rojos,
las amapolas también,
y yo a veces me sonrojo,
cuando te beso los pies.
La luz del sol es naranja,
como el gran melocotón,
y tú suscitas mi alma,
esperando en cualquier rincón.
Tus cabellos negros son,
tu belleza es innata,
y tú abres mi corazón,
mas allá de mis entrañas.
Tu respiración es el eco,
que mueve siempre montañas,
y yo soy como el elfo,
que acude cada mañana.
F.J.D.
Precioso poema que ensalza los valores de la persona admirada .
Un saludo, me gustó mucho