Era Centenera el quinto caballero de aquel esperpéntico y barojista apocalipsis español de la postguerra. Jinete de cualidades extraordinarias, Centenera era el relevo esencial para conquistar medallas. Un día Centenera le dijo a mi padre: “Don Emiliano, yo creo que este verano…”, a lo cual mi padre, cortando la conversación, le respondió: “Amigo Centenera, no será tan grande la espera”. Y yo creo siempre en lo que dijo mi padre.
Archivo por días: 27 agosto, 2004
Verso de la espontaneidad
MARBURY
West St¡ory USA
Hacia el año 1700 de nuestra era, los primeros pobladores blancos de América del Norte eran granjeros y plantadores de origen anglosajón y neerlandés, quienes fundaron las 13 Provincias de Nueva Inglaterra en el Este de los actuales Estados Unidos cuyos límites llegaban hasta los Apalaches.
Ya en el siglo XVIII arribaron emigrantes procedentes de Irlanda, Alemania y los países de Escandinavia quienes, huyendo de un sinnúmero de complicaciones en sus países de origen, se extendieron por Vermont, Kentucky y Tennessee y a finales de dicho siglo abrieron 4 rutas. A saber:
La Vieja
A cinco décimas del pueblo
Mi padre y los caballeros
Eran tiempos de postguerra. España luchaba por abrirse paso en el concierto general de la naciones. Mi padre era, por aquel entonces, un consumado jinete a caballo. Eran tiempos de lucha para subsistir en el concierto general de las naciones… y mi padre saltaba, saltaba, saltaba… Y allí estaban, saltando en épocas olímpicas, los Cervera, Goyoaga, Martínez de Irujo y Queipo de Llano. ¿Quiénes eran? me preguntas. Eran verdaderos caballeros del salto de equitación. Eran tiempos hoy pretéritos que quedaron grabados, a sangre y fuego, en mis memorias. Sangre, sudor y lágrimas. Verdaderos problemas de la vida de aquellos jinetes que compartían saltos con mi padre.