Entre tus palabras, los hechos perdidos.
Como si ya nada pudiera ser,
entendido.
Distante.
Ausente, porque no estás.
en el presente lúdico de cada hora.
Y el reloj inexorable,
marca la hora de de tu ausencia,
en la inercia fácil de decir…
pudo ser,
un sentir,
un leve claro de esperanza.
Archivo por días: 9 diciembre, 2004
Cuento predilecto
La mujer del saco: Un cuento inventado hace 20 años que mis hijos siempre prefirieron antes de dormir.
Éste es uno de los muchos cuentos que hace casi dos décadas inventamos Carmen y yo para nuestros hijos, Leire y Aitor. No fue el cuento más largo, hubo alguno que duró dos años, con semejanzas con “Dos años de vacaciones” de Julio Verne (puede descargarse gratuitamente en “El Aleph”). Tampoco el más imaginativo, como los de ciencia-ficción que pedían cuando fueron algo mayores; ni el de más personajes, pues hubo alguno en el que intervenía casi toda la amplia familia y algunas amistades transportados a la selva africana; ni quizá el de más miedo, como los que aseguraban emoción y sorpresa con un grito garantizado cada minuto.
El tesoro
Ayer encontré un tesoro envuelto en papel plástico de ceofán: un par de lágrimas brillantes con una tarjeta navideña señalando una dirección: Valle del Llanto por tu Ausencia. Y decidí que desde entonces yo ya no me alejaría nuna más de tí, pequeña hora de silencio transmutada en pena de dolor. Me prometí que ya nunca más dejaría que las lágrimas recorrieran tu rostro, tomé la bolsa de plástico, saqué las dos lágrimas frescas… y las deposité dentro de mi corazón. Desde entonces siento más cercana tu presencia y ahora tengo el calor de tu llanto convertido en dos pétalos de rosas rojas. Ahora sé que la Navidad se acerca más ligera que nunca y que entonces, en esa fecha, sacaré a la superficie esos tus dos pétalos de rosas para convertirlos en sensación. Te amo, pequeña hora de silencio…