Soy uno más de los que se inclinan por decir que no me ha gustado El Código Da Vinci del escritor Dan Brown. Yo no diría tanto como que es un bodrio pero me parece un mejunje de intentos exagerados y atribilarios para introducir interés en sus páginas. Todos esos juegos a los que se dedica Sofía, la sobrina del Gran Maestre asesinado me parecen infladas y hay un verdadero batibarrullo de cuestiones históricoreligiosas que tienen mucho de pseudohistoria y de pseudoreligión, desde Mar♂a Magdalena hasta Leonardo Da Vinci o el Priorato de Sión. Me ha defraudado por completo El Códio Da Vinci. Y es que esto de los bestsellers de la lengua inglesa está repleto de parafernalias que más que literatura de autor es literatura de consumo, válida para personas que mastican chicle mientras hablan.
Archivo por días: 23 junio, 2005
Recordando a Carlos
En la discoteca de Claudio Coello hablábamos sobre las mitologías diarias y descubríamos emociones tan nuevas como el hipotético iguanacantor de moda. En los portalones de Recoletos todavía respira, cuando paso por allí, inolvidable compañero, la simbiosis que posibilitó nuestros cantos desde el otro costado de los sueños… en las tardes ajenas por completo al gris trajín de la rutina bancaria. Gracias doy a todas las espigas humanas que con sus hornos solidarios -!qué grandes manifestaciones! -fueron nuestro pan común. Con pintas de solsticios y de equinoccios, con los trópicos de Cáncer y Capricornio en mis miradas, este tu cómplice de vientos pone su huella a nombre de los soles de espuma y de piedra que alumbraban los Colegios Mayores de la Universidad y el Paseo del Prado. No en vano te conozco por tu verdadero nombre (!AMIGO!) y doy gracias porque además de vivir por la música, asumes lo de menos: morir de ella. Aún guardo con sentida emoción el disco de Ana Belén y Víctor Manuel que me regalaste un día frente a la Cervecería de la Cruz Blanca. Un abrazo y hasta siempre, Carlos.
Será por tí…
Será por ti por lo que no hay más mundo
y la luna se ha vestido de nostalgia…
será por ti que se fatigan todas las estrellas
y se funden las luces de la alborada.
Será por ti por lo que asomados a los pretiles
los dolores de las almas se atragantan
de primaveras huidizas y dormidas
y de largas esperas en balcones anunciadas.
Será por ti por lo que todos los fulgores
de las locuras hencihidas en las cartas
escritas con tintas y tintes de palmeras
se inscriben en el aire y en las plantas.
Será por ti por lo que fallece el viento
enroscado en el pecho y la garganta
y será por ti, estoy totalmente seguro,
por lo que el gallo de mañana ya no canta.
Invitación (5)
No supo que contestar en un principio. Las horas del reloj anunciaron las seis de la tarde. En el exterior, la niebla se había difuminado y dejaba paso a una tenue luz que entraba por los cristales y hacía brillar a la enorme araña del suelo que parecía querer caminar. Caminar. Esa era la circunstancia que le había hecho llegar hasta allí. Caminar. Y se quedó mirando a la desconocida…
Nota.- Compañeros grekosay y diesel, me he enamorado de vuestra idea y os aporto mis participaciones en este relato encadenado. Espero que aún más amigos y amigas del Vorem se unan a esta colectiva obra. Ardo en deseos de saber c♀mo va a continuar. Un abrazo, compis…
Las asignaturas de Amaia
Las asignaturas de Amaia
Amaia es mi primera sobrina, casi una ahijada, algo menor en edad a mis hijos,… Cursa, y repite, 4º de la ESO.
Amaia y sus condiscípulos han rebautizado respectivamente a las disciplinas de ciencias y letras, como las asignaturas “que no han que estudiar” y las “que no hay que entender”. Asumido este criterio, resulta obvio que ni “entienden” demasiado, ni “estudian” lo suficiente. Así pues, al concluir la escolarización obligatoria tratan de aprender sin conveniente base las matemáticas, lenguas y ciencias, y de memoria las humanidades.
El Caballo de Sodoma
1. INVENCIONES JURÍDICAS Y DERECHOS HUMANOS
Ulpiano dejó escrito de manera memorable que el derecho natural es aquel que la naturaleza enseñó a los animales, a saber, el derecho a la supervivencia, del que la fe en la inmortalidad no es más que su prolongación lógica en los seres dotados de entendimiento. Ahora bien, lo que en los brutos es mero conato o instinto de conservación, en los hombres es la búsqueda de la felicidad mediante la vida virtuosa.
Determinar qué es virtuoso, independientemente de lo que la ley diga, es el objeto del derecho natural. La ley se contradice, la razón jamás, de donde deducimos la superioridad rectora de esta última. A estos efectos apunta Suárez (De legibus):
La procesion de los necios
Al andar siento,
como el camino se estrecha
no conozco sentimiento
al que le hayan puesto fecha
Mi andar es solitario
pero con mucha compañia
de necios que a diario
desperdiciamos la vida
Nuestro ritmo es lento
pero a la vez seguro
lo unico cierto,
es la ausencia de futuro
En esta procesion
vamos extramuros
sin pensar en el sendero
entre riscos, dando tumbos
¡Hoy me permito escribiros en un idioma que me he inventado!
Nota:
se me ha ocurrido jugar a inventar un lenguaje. No se trata de entender nada,sino de comprobar si “os provoca algo” ¿Vale?
Níscalo que seta la confrutis porque le dicen que la cosha le sale peor. Ansi ques la mano de la ministra tiene un guan que el té alisa por la lengua de oro que sopesa la sopa boba. Eios no saben que cuando se mueren la diñan, se van, disparecen entre nubarrones. Dame la bota María y dile al portero que pare el balón mientras el inmenso perro se acurruca en acera para depositar sus vehículos anales.
Tan sólo un simple pensamiento:
Cuando escuchemos o digamos, cuando escribamos o leamos…seamos conscientes de que la palabra es energía y por lo tanto interactúa con el universo. Seamos conscientes de la necesidad de encontrar la verdadera felicidad para todos, y no el refugio de un egoísmo a ultranza.
Porque, como dijo Buda en uno de sus sermones:
“De lo que está lleno el corazón habla la boca”.
el que teme sufrir, tsufre de temor (Prov.chino)
Aprovecho el Adagio que Vorem incorpora en su cabecera y creo que es una verdadera “perla”. Estamos esperando demasiados cambios, y todos de una forma repentina, como si no tuviéramos tiempo o alguien nos fuera a arrebatar lo que creemos es nuestro: los derechos. Era de esperar que en este Estado profundamente inconsecuente con sus tradiciones, cuando aún estamos en manos de políticos inmaduros, de besamanos palaciegos, de sospechas de la sospecha y de un “dejar hacer”, como filosofía del voto útil…no surgiera un sí rotundo ante la propuesta de las “uniones entre personas del mismo sexo”. La peor de las incoherencias es argumentar desde el pasado con prejuicios y valoraciones que desenfocan la realidad. Lo que me hace sentir es que la batalla está servida, no para que lo que es un derecho se cumpla, sino en para descubrir al “ganador de esta contienda”. Se trata de pelear, de diseñar un futuro basado en los logros de poder, y no en el servicio a la comunidad social, al ciudadano y a la ciudadana de a pie. Surgirán los mismos rigores a la hora de plantear la eutanasia, a la hora de repartir el agua, a la hora de comprobar si la escuela pública es o no laica, a la hora de descubrir listas en las que aparecen deslices homosexuales de políticos, religiosos, periodistas, prelados y hasta de los muñecos de barrio sésamo. La venganza está servida, porque es la fuerza de quienes en la batalla se consideran perdedores. ¿Quién desea lo más adecuado para el pueblo?
Invitación (4)
La Biblioteca Memphis era un verdadero palacio de cristal de diez pisos de altura en cuya cúpula lucía una gigantesca esfera con los cuatro puntos cardinales enmarcados en un pináculo que se elevaba hacia los cielos. Al llegar a la puerta de bronce, dirigió su vista al letrero de la entrada: “Bienvendio a Memphis. Apriete el botón de la derecha y en veinte segundos podrá usted entrar. Desactive su móvil, por favor”. Apretó el botón indicado. Un letrero luminoso se encendió y surgió una frase: “Dulces furores, dulces desdenes, dulce aplacamiento, dulce mal, dulces penas, dulce carga, dulces palabras dulcemente comprendidas, dulce furor seguido de dulces llamas (Francesco Petrarca)”. Entró con el corazón agitado en la Sala de Recepción y se dirigió lentamente hacia el panel donde estaban consignadas las diversas secciones. En el suelo de mármol pulido, se dibujaba una gigantesca arña lenticular. Y entonces, cuando comenzaba a escudriñar aquel panel multicolor, se dio cuenta de que alguien le observaba. Giró la mcabeza cuarenta y cinco grados hacia su derecha. Allí estaba. Era una joven belleza enigmática. Con ojos ambarinos y el cabello refulgentemente cobrizo. – Hola, ¿te puedo ayudar en algo?…