En tiempos de Felipe II se decía que el indio no era gente y los europeos se preguntaban si eran monstruos nacidos de alguna lejana prehistoria infrahumana. Esto sigue existiendo en los racismos de Latinoamérica (el que pierda es el más indio… dicen muchos cuando van a empezar un partido de fútbol o ecuavoley). Y no es justo…
El indio ha despertado y sigue sintiendo en su carne y en su sangre ese rechazo de la población blanco-mestiza que va en contra de unas raíces profundas y sinceras, inocentes de la sangre derramada y la incomprensión. Y el indio se mira al espejo y se ve hombre. Y se mira al alma y se nota humano. Y mira alrededor y se siente parte integrante de unos territorios plenos de libertad… ¿por qué entonces ese rechazo de gentes que se creen superiores en el status de la civilización?. Sigue Leyendo...
En el altar caudaloso de tus ojos
veo destellar las laderas del tiempo.
!Llévame contigo, eje de mis sueños,
a vivir en el centro de las madrugadas!.
Somnolienta me levanto provocando al alma
con ilusiones de alientos brotando en mi almohada
y de infinitos caminos se llena mi viaje
cuando me haces sentir anhelos infinitos…
y es que simplemente estoy enamorada
de esta manera de vivir envuelta en mi cuerpo
con la fuerza arrolladora de todas las nubes
empapando de ternura este amor amigo.
He leído, así de paso, vuestra…nuestra revista de Julio. Creo que habéis encontrado una fórmula maravillosa para conjugar sencillez, con belleza y sinceridad. Me ha llenado de ilusión que una de mis reflexiones aparezca en ella. Le he vuelto a leer…y he vuelto a recordar los motivos por los cuales escribí aquella reflexión. Ese día…la vida me preparó y dispuso de mí para que, aturdido sintiera un profundo dolor. De mi boca salieron palabras airadas y discrepé hasta muy entrada la noche, porque…hay momentos en los que cuando se espera lo inesperado, lo que aparece es infinitamente desolador. No me considero un escritor riguroso; ni tan siquiera escritor de nada…pero algo inteso me llenó y fluyeron las palabras, porque es ese hermoso material con el que me gano la vida y con el que puedo aprender a caminar siendo un hombre de la calle.
Al leer la reflexión…mis sentimientos han vuelto a reproducir las horas, las circunstancias, las lágrimas que derramé…pero todo el texto, colocado en esa ventana de libertad que es Voren, me ha sabido a regalo de la misma vida. Gracias, una vez más por ser capaces de ayudar a que lo escrito sea sentido, a que cualquiera de nosotros sea leído/escuchado, porque…en ese estar en un mundo virtual estáis consiguiendo que surja una fuerte identidad y un gran deseo de amistad profunda por llegar a conocernos. Sigue Leyendo...
Rosas y jazmines enlazados
están presentes en los jardines alados
que se divisan tras el ventanal.
Más allá del vendaval
de estos mundos iluminados
por el oro del metal
son tesoros alabados
los del brillante vegetal.
Antes, en verano, veíamos la trashumancia de las ovejas; ahora, los corderos asisten al trasiego masivo de los humanos.
Todos los veranos de mi infancia los he pasado en Ubidea, un pequeño pueblo vizcaíno en la frontera con Zigoitia (Álava), de donde procedía mi abuela paterna. Allí, mis bisabuelos mantuvieron un gran rebaño ovino, siendo mi tío-abuelo Esteban Etxebarria, uno de los últimos pastores del Gorbea. No llegué a conocerle. Su rebaño desapareció en la guerra civil, requisado sucesivamente por los dos bandos que libraron la “Batalla de Villarreal” en las inmediaciones. Sigue Leyendo...
Dicen que estás muerto, papá, que el cáncer pudo más y te llevó… pero yo sé que sólo estás durmiendo… durmiendo tu sempiterna siesta de la tarde… esperando a que yo regrese para, como nos prometimos mutuamente, ir a beber agua de la Fuente de Los Tres Caños- Y que iremos otra vez a caminar por las calles de Valverde. Y marcharemos al monte, a ver bandadas de palomas sobrevolando las riberas del Júcar.
Hace calor… quiero amor
Necesito un beso de mi amada
que me calme la sed de la pasión
que no se quede solo en la cara
Hace calor… quiero amor
un roce ardiente que me apague
una siesta bajo el balneario para dos
una sombra para que al mirarte no me ciegue
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