Hace frío sin ti.
Nubes nuevas cubren mi cielo,
y más allá de las baldosas del suelo
puedo verte junto a mí.
Junto a mí…
Y en la lejanía de tu amanecer
las flores han perdido su color.
Nunca,yo nunca te vi caer
ni tampoco darme tu amor.
– !Suelta eso, Argente!. !Vámonos Peter, antes de que llegue la bofia!.
Los dos amigos y el perro de plata tomaron las calles del interior. La respirtación se hacía asfixiante y angusitosa. La atmósfera estaba contaminada de gases putrefactosa que salían de una fábrica de desechos animales. Tuvieron que ponerse las mascarillas para salir de aquel enjambre de calles retorcidas e introucirse en un callejón oscuro.
– ¿Estás seguro de que no era el padre de Bianca?.
– Seguro. El padre de Bianca vive en una pequeña aldea de Toscana,
– ¿Cómo sabes eso, Peter?.
– Al menos es lo que me contó Bianca, aunque…
No parece que pueda caber la poesía
donde tanto se expone oculto, medido,
iluminado falsamente, enardecido en precios
y ocasiones.
Una mujer callada en la puerta con vaso
me miraba.
En sus facciones sin risa, una sonrisa creaba
como delatando su humildad
de estar allí para no comprar nada.
Le di una moneda y me marché pensando.
¿Es poesía el momento?
¿Es poesía lo que siento?
Quizá, tan sólo es un momento.