Van, 9 de octubre de 2005: El renacer de una conciencia
!Linda la ciudad de Van!. Ubicada en un oasis que es verdadero vergel al pie de un pico rocoso, la ciudad de Van, en la orilla del lago, es la antiquísima capital urartiana de Tushpa, el reino del Oriente Antiguo, de los siglos IX a VII a. C, que después de ser rival de los asirios terminó devastado por las invasiones cimerias…
Hay aquí una imponente Ciudadela de aquella antigua época, con muros tallados en roca (las famosas fortalezas urartianas) en donde se encuentran escrituras cuneiformes. Hay una de ella, en especial, que sirve como homenaje al gran Jerjes, aquel rey aqueménida (hijo de Darío I) que reprimió las revueltas de Babilonia y Egipto, aunque luego no logró alcanzar su sueño de dominar a las ciudades griegas durante la segunda guerra médica. Después, víctima de una intriga palaciega, Jerjes fue asesinado. Sigue Leyendo...
Mis palabras hablan en forma de espiral
alimentándose con plasmas siempre entrelazadas
para salir de los olvidos del aire
y cuando llega el desaire
de sentirse todas ellas abrazadas
en una especie de mitral…
mis palabras se vuelven cristal
forjado en el fuego de la tarde.
Comienzan en el silencio y sus misterios
para hacerse poco a poco alarde
de pirotécnica ignición inacabada.
Y para convertirse en ideas largas
se extienten por todos los silencios
en las tranquilas aguas de sus algas…
Es una paradoja del amor el que a menudo
lastimemos a las personas a las que más amamos…
estamos continuamente corrigiendo sus errores,
cuestionando sus decisiones, desafiando sus presunciones…
Con frecuencia ponemos el listón más alto para ellos
que para nosotros mismos…
No hay nada más equivocado
que reclamar a quienes amamos
lo mejor de sí mismo,
mientras que nosotros nunca admitiríamos
una corriente continua
de críticas negativas…
… El amor enciende más fuegos de los que el odio extigue…
En algún lugar
tiene que haber un rayo de luz
que disipe las tinieblas del futuro
una esperanza
que no se deje matar por el desencanto
y una fe
que no pierda inmediatamente la fe en si misma
En algún lugar
tiene que haber un niño inocente
al que los demonios no han conquistado aún
un frescor de vida
que no espire putrefacción
y una felicidad
que no se base en las desgracias de los demás.
Perdón por no saber quererte como querias
Perdón por reprocharte siempre lo malo que hacias
Perdón por no apreciar las cosas bellas que me decias
Perdón por olvidarte de la noche al día
Ahora me arrepiento de todo esto, ahora es cuando se que no te merecía, que mereces mas que yo, te mereces lo mejor.
Perdoname por arrepentirme ahora, por darme cuenta tarde de que eres mas importante en mi vida de lo que yo creia.
Ahora no se puede hacer nada, merecemos ser felices, y nos hemos hecho daño, te he hecho mucho daño, tu ya estas cansado de tanto dolor… Sigue Leyendo...
Dime tú,
que tanto pedías comprensión
dónde buscarte ahora,
para qué preguntar en la oficina de la desesperación
si cuando el mar reposa tranquilo
expectante a cualquier cambio inesperado,
tú flotas creyendo que tu mundo es especial.
Pero dime ahora,
dime si cuando la lluvia moje tus ojos vendrás
si cuando sueñe tu me dormirás
si aún cuando nuestros cuerpos
desnudos vuelvan a conectar
tu sonreirás,
creyendo que con esa mirada
pondré todas las estrellas a tus pies,
dime si al amanecer
estarás haciendo planes otra vez.
César Vallejo, el insigne poeta peruano, siempre tuvo en la punta de su pluma un estilo personal que, sin ser claramente regionalista, fue indiscutiblemente americano. Pero no un americano pleonástico, de los que usan palabras innecesarias, sino un americano pletórico, con gran abundancia de algo. Por eso sus poemas sobrepasaron fronteras y su americansimo trascendentañ se hizo volcánico con sus tonos persoanles de intimismo y solidaridad.
Vallejo huyó de lo lírico en sus poemas… lo cual no quiere decir que huyese de lo poético. Así es famoso su “hasta el hueso” en lugar de “hasta luego”. Despedida gonda y profunda; un hasta el hueso sentimental, humano… y así con su “aire literario”, se le nota, a la vez, una extrañable tristeza, aislada y desnuda, acompañada de una risueña dislocación del lenguaje y de los convencionalismos académicos. Sigue Leyendo...
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