Y se marchó como el viento,
jugando a hacer volar la vida.
hacia un lugar tan lejano
que escapó del sentimiento…
Ahora sólo queda el momento
de ver regresar su mano
convertida en pensamiento.
Tilma escribe su pensamiento: “Breve palabra para evocar el sueño”. Filosofía de la conciencia de alguna expresión. Quizás sea algo así como asir el tiempo de toda la vida de un humano y exprimirlo hasta conseguir un solo verbo definitivo. Podía ser simplemente Amor, aunque algunos prefieren el otro extremo y lo significan con el verbo Odiar. El caso es que una breve palabra sirva para evocar el sueño más que todo un discurso de pretensiones conminatorias.
Muchos son los que ya proclaman que está acabándose el sueño de la humanidad y que pçmuy pronto llegará la breve palabra Fin. Me sigo resistiendo a ser apocalíptico y pienso que dentro de muchos millones de años todavía habrá humanos (no sé si en la Tierra o en cualquier otro lugar) que escribirán todos los días, al dormir, la palabra Continuará.
¡Vale! y con un saludo terminó todo. Alguien escribió en mi carpeta una dirección. Antes de enviar nada leí lo que en ella aparecía. Me resultó un montón de escritos que se agolpaban. ¡Bueno! No me gusta ser colectivo en exceso. Me atrae el individualismo y un cierto lado extremo de la vida. Pero lo más importante es que esta página es como circular por la calle sin que nadie te conozca y sin conocer a nadie. Eso es bueno. Todos a su bola. Diciendo. Como en un blog sin fin donde se te premia con salir en un enmarcado de más lujo. No me importa quiénes escriben. Leo. Me pregunto si no será todo un inmenso juego donde se vuelcan posibilidades. Quien me dio la dirección me llamó el otro día. Me fecilitó por estar escribiendo. Le dije que no sabía hasta cuando. Por ahora disfruto del sin sentido de todo. Escribo para mi y me basta. Soy suficiente y creo que veo muchos adornos de navidad que cuelgan de un árbol sin raíces. Pesimismo. Me gusta la palabra, me gusta porque suena a retal, a rebaja de cualquier estación y además…empieza por P.
Perdí las ganas de escribirte
por las veces que no lograbas
comprender lo que tenía que decirte
Por las veces que querías frases de poesía
y dejabas a un lado lo que sentía.
Perdí todas esas ilusiones
que alguien tendrá algún día
que hacerlas suyas, sin temores
y entonces vida mía
comprenderás lo que no entendías.
Roberto vivía en una mísera barriada cuyo nombre ya no importa citar aquí ni tampoco a qué ciudad pertenecía. Allí iba yo, pibe incipiente buscando experiencias, a pasar tardes-noches con Roberto y los Larris, jugando a hacer carambolas con las calaveras de los billares del Tripucha y a gastar el tiempo con las artes marciales en el gimnasio del francés. Roberto era peón de albañil. Roberto y yo usábamos pantalones de pana.
Una tarde, estando sentados él y yo en el bordillo de una acera, Roberto se confesó: Pepe, !qué cansao estoy de toda esta porquería!. Estoy cansao de vivir así. !Tenemos que salir de esta cloaca!. Pero él no pudo salir porque días más tarde tuvo un fatal accidente.